Andrés, maestro

OPINIÓN

06 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Me preguntan que cómo no he salido desde estas páginas en defensa de Torres Queiruga. Y la razón es bien sencilla: porque Andrés no necesita defensa. Sus obras están ahí para quien quiera conocer su pensamiento y juzgar por sí mismo, como adultos que somos. La coherencia de una vocación sacerdotal vivida en sencillez y austeridad, a imagen de ese Jesús de Nazaret cuya pasión, muerte y resurrección celebramos -un año más- en esta Semana Santa, es bien elocuente para quienes lo conocemos. Su pasión por comprender y hacer comprensible la teología cristiana en el contexto de la cultura actual es su otra gran vocación; y como el intelectual de raza que es, lo hace desde el esfuerzo cotidiano y en diálogo permanente con todo aquel que busca la verdad.

Por otra parte, el documento de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe se califica por sí mismo. A pesar de que sus instigadores buscaban una condena del maestro, no es más que una simple (y simplona) clarificación de algunos aspectos del pensamiento de Torres Queiruga. Más de uno estará que trina porque les ha salido el tiro por la culata: Andrés sale reforzado porque no hay condena de ningún tipo (porque no la puede haber) y se le anima a seguir trabajando. Todo lo demás sobra. ¡Feliz Pascua!