«Apartheid» ideológico

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

04 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

N o he de callar por más que con el dedo, decía Quevedo. Yo tampoco callo. Me niego a no decir lo que pienso, como he hecho a lo largo de toda mi vida periodística. Digo otra vez que la cultura gallega es nacionalista y socialista o no es cultura. Así lo ha emitido en ucase latente, no patente, el mandarinato de la izquierda correctísima. Si no eres de los nuestros, no eres, dicen aunque no lo digan. Se da por hecho que si ejerces el oficio intelectual debes ser de «los nuestros». Por lo tanto, no es admisible ningún tipo de discrepancia o crítica. Si no acatas el dogma, te borramos de la lista de la buena gente de la cultura.

Un amigo lúcido denomina esta situación como «efecto Yoyes». O estás con nosotros o contra nosotros. Y si estás contra nosotros, te eliminamos. Qué asco. Qué repudio me produce que estos que alardean de defensores de la tolerancia sean los más intolerantes. Qué ignominia poner en su boca las palabras respeto, democracia, libertad. Hablan de su libertad, no de la libertad de todos. No admiten que nadie salga de la manada. Es el germen leninista, infantoestalinismo, que reza todavía oraciones profanas en sus hábitos.

Lo malo es que para conocer esto de lo que hablo tienes que sufrirlo en tus carnes. Solo si has estado en la izquierda y sales, solo así, comprenderás cada una de las palabras que escribo en esta columna dolorida. No soy el único que puedo decirlo. Hay más. Podría llenar este espacio con nombres de gentes de la cultura gallega que han sido repudiados, vetados, vilipendiados, por ejercer su libre conciencia. ¿Recuerdan a Ramón Piñeiro? Es el paradigma de esto que les cuento: dejó de comulgar con la ortodoxia del credo, y lo odian todavía. Miden a la gente por su ideología, no por su intelecto. Qué asco, vuelvo a decir. Últimamente no se me marcha este sustantivo de la boca. Cuánto más observo esta sociedad mansa, sometida, más me ratifico en mi criterio. No importa ni tu trabajo ni tu raciocinio, importa solo que no disientas del sentir de la mayoría nacionalista socialista.

Sin embargo, conviene no cejar en el empeño de ejercer la libertad y defenderla. La propia y la de los otros. La libertad también de aquellos que llenan su boca con la libertad, precisamente, y practican el apartheid ideológico. ¡Cuánta miseria!