Vértigo

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

22 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Ahora quizás suene a viejo. Como el eco de una canción que lleva de la mano a un trocito del pasado. Pero no hace tanto esa melodía era la banda sonora de la llamada de un teléfono móvil. Nokia era la gran referencia de un mercado pujante. Presumía de su historia, la de un coloso flexible como un junco, la del reciclaje perpetuo. Su eslogan llegó a ser 150 años reinventándonos. Y era un buen resumen. Porque esta empresa fue fundada en Tampere en 1865. Su primer negocio, la pasta de papel. Pero en el siglo XX se fusionó con una compañía que comenzó fabricando calzados de goma y otra que se dedicaba al cable de cobre. Produjo caucho y después se centró en las telecomunicaciones. Y en la pasada década se convirtió en el líder mundial de la telefonía móvil. Pero ya no lo es. Llegaron los smartphones y Nokia no consiguió dar con la tecla de sus competidores, esos que se subieron al trono cuando el rey no es que hubiera muerto, es que no parecía sufrir ningún achaque. En realidad, sigue buscándola. Este año ha anunciado que prescindirá de 4.000 empleos en Finlandia, Rumanía y México. Es víctima de los aciertos ajenos, pero también de la voracidad de estos tiempos, que ya han consumido empresas que habían cumplido más de un siglo de vida más o menos ejemplar, que se ganaron un lugar en el mercado, que evolucionaron, que lucharon, que vendieron productos tangibles, muy diferentes de esa basura inmaterial y tóxica salida de la mente de ingenieros financieros. No tener vértigo es adentrarse en la inconsciencia. Nunca el tambor de esta lavadora había girado tan rápido. Aunque eso no signifique que lave más blanco.