El profesor Casalderrey se quejaba hace unos días en estas páginas de que con la etiqueta de «melón de Villaconejos» se venden piezas de las más diversas procedencias. Pese a las dificultades para encontrarlos, aún es posible dar con alguno procedente de ese municipio del sur de la Comunidad de Madrid que lleva el nombre de la villa en la que reside su capitalidad. Aunque lo suyo son los melones, a los que incluso ha dedicado un museo, el nombre del municipio parece relacionado con los conejos. Hay quien ve en el topónimo una evolución desde Villa de los Conejos, aunque otros estudiosos plantean como antecedentes Cornus 'cornejo', Quernus 'encina' y Villa Cornelii 'villa de Cornelio'. Le hubiese ido al pelo Villamelones, pero este nombre, en la forma Villamelón, ha adquirido otro significado. En un trabajo publicado en Mundo hispanohablante, Arturo Ortega sitúa el nacimiento de Villamelón en el XIX, como nombre de un hipotético pueblo del que salían personajes rústicos e ignorantes que buscaban un hueco en la refinada sociedad urbana española. Cuando alguien trataba de hacerse notar con opiniones que evidenciaban su falta de conocimiento, enseguida se decía que era de Villamelón. Señala Ortega que una revista taurina de finales de siglo promovió el término villamelón para designar a los pedantes que hablaban sin recato en las plazas de toros pese a no saber nada del arte de Cúchares: «Una tarde del año de 1945 me estrené como taurómaco principiante, villamelón certificado y al instante entusiasta aficionado, viendo torear en la plaza El Toreo a Manuel Rodríguez Manolete» (Carlos Fuentes en el pregón taurino de Sevilla del 2003). Estos villamelones del mundo de la lidia tuvieron finalmente más eco en México que en España, y de las plazas de toros pasaron al teatro y a los campos de fútbol, escenarios todos donde hoy siguen proliferando: «... el mismo sir Alex Ferguson habló maravillas del debut como titular de Hernández, llamándolo "brillante". ¿Quién sabrá más, un viejo lobo de mar del fútbol o un puñado de villamelones, advenedizos y ardidos?» ( SPDnoticias.com, 24-8-2010). Son incluso objeto de chistes, como el de aquel villamelón que lo era en tal grado que un día fue al estadio de fútbol con el salvavidas y las gafas de bucear por si hacían la ola. Estos usos despectivos han malogrado definitivamente el nombre para su aplicación como topónimo o como sobrenombre del pueblo que siempre dio y sigue dando los mejores melones de España.