Zara

| RAMÓN IRIGOYEN |

OPINIÓN

29 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

PARA QUIEN todavía no se ha enterado de que montar una empresa y llevarla a un puerto de éxito máximo, como ha hecho Zara, es una hazaña homérica, una noticia que nos llega de Israel puede hacerle cambiar de opinión. Zara triunfa como empresa y si el cliente se encrespa pide disculpas. A juicio de los judíos ultraortodoxos, Zara ha cometido un grave pecado: ha mezclado en sus prendas lino y algodón, una mezcla tan antinatural como la boda de un ornitorrinco con una gallina. Zara, desde su entrada en Israel en 1997, se ha convertido en la principal cadena de ropa de ese país: esa alianza de excelente diseño y de precios asequibles hace que su éxito sea rotundo en todas partes. Cuenta en Israel con unos 900 empleados y un volumen de ventas de 340 millones de dólares anuales. ¿Es responsable Zara de haber mezclado lino y algodón? Quienes admiramos a Zara, una de nuestras glorias internacionales, y aunque nos duela, tenemos que admitir: sí. De hecho, ha dicho que ha sido un error y ha pedido disculpas. Pero hay un atenuante: dado el alto rigor en la fabricación de sus productos, es incuestionable que consultó previamente la Biblia de Jerusalén, considerada como la mejor que hay en el mercado, para ver si podía mezclar en sus prendas lino con algodón. Buscó el índice analítico de nombres para documentarse sobre estas fibras: pero, ay, la Biblia de Jerusalén carece de este índice analítico y es comprensible que Zara no se leyera 2.000 páginas para ver qué decían los profetas sobre el tema. Y, por cierto, no hablan ni de lino ni de algodón, ni de Zara ni de Zaragoza.