Salud mental

OPINIÓN

24 mar 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

HAY DOS hechos ciertos en el terreno de la salud mental. El primero es muy positivo: los avances psiquiátricos de estos últimos años son enormes. La farmacología y la psicoterapia han dado pasos de gigantes. Y siguiendo a los sabios antiguos que afirmaban que la mejor profilaxis es la higiene, la medicina actual ha descubierto el concepto revolucionario de que, en el terreno de la salud, lo más importante es la prevención. Ya cantó Rubén Darío aquello de «juventud, divino tesoro». Como ha llegado el momento de buscar un eslogan para los ambulatorios de la Seguridad Social, podríamos apelar a la inspiración de Darío: «Prevención, divino tesoro». Darío, que al final de sus días tuvo el hígado un poco tocado por su devoción a Baco, es seguro que apoyaría a la Seguridad Social y, además, él, que fue un exquisito en cuestiones de métrica, vería que juventud y prevención son dos palabras trisílabas y los dos con acento agudo, y, por tanto, al menos no destrozan el ritmo del verso. Psiquiatras y psicólogos hoy ya tienen la evidencia de que los mensajes y modelos violentos sufridos en la niñez, cuando el cerebro es pura plastilina, e igualmente el consumo de alcohol y de drogas en la adolescencia, causan graves trastornos mentales. Estos trastornos requieren asistencia de los especialistas. Pero a la mayoría de los padres ni se les pasa por su cerebro, supuestamente adulto, que esos niños y adolescentes necesitan ayuda de un psicólogo. El segundo hecho cierto es muy negativo. La ignorancia social en cuestión de salud mental (y vayan estas rimas internas de social y mental en homenaje a Darío) -y en esta ignorancia hay que incluir a muchos miles de médicos-, la ignorancia social, digo, es terrorífica. Y una consecuencia de esta ignorancia es el absurdo estigma social que sufren las enfermedades mentales. La ministra de Sanidad, Elena Salgado, presentó su plan Estrategia en salud mental del Sistema Nacional de Salud. El 10% de la población sufre algún trastorno mental. En este terreno la asistencia de la Seguridad Social está bajo mínimos. La Seguridad Social ha confiado hasta ahora la curación de las enfermedades mentales a los echadores de cartas.