ENTRE el Éxodo y la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, la historia del pensamiento está dominada por un principio ético que nunca falla, pero que los hombres seguimos sin aplicar. Porque si tratásemos a los demás como queremos que ellos nos traten a nosotros, o si fuésemos conscientes de nuestras necesidades y defectos antes de enjuiciar la actitud de los demás, nos ahorraríamos una larga ristra de injusticias y errores que lastran gravemente la convivencia. «No maltratarás al forastero, ni le oprimirás -dice el Éxodo , 22, 20-, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto». Y Kant, sin ser «palabra de Dios», lo dijo todavía mejor: «Obra de tal forma que tu conducta pueda ser tenida por ley universal». Si Carlos Aymerich tuviese más años y más memoria, se acordaría de lo que sentían los nacionalistas cuando los populares les hacían responsables de los incendios y otros desórdenes de baja intensidad, y en ningún caso hubiese cometido el error de generalizar a todo el PP las abundantes falcatruadas urbanísticas cometidas por sus numerosos alcaldes. Pero también hay que reconocer que la réplica de Núñez Feijoo fue poco afortunada, y que sólo en el lamentable clima de confrontación que se vive a nivel nacional se puede encontrar una leve explicación para las graves y extemporáneas insinuaciones que van implícitas en la afirmación -tan cierta como injusta- de que hubo un día en que el BNG y HB fueron juntos a las elecciones europeas. En menos de una semana hemos pasado de la genial proposición de que «el PP puede gobernar con el BNG, aunque no a cualquier precio», a insinuar que todo está contaminado por el latrocinio organizado -acusación de Aymerich- o por el terrorismo encubierto, que sugiere Núñez Feijoo. Y es una pena, ya que, detrás de las palabras bien meditadas del líder popular, que se perdieron en la hojarasca del caso De Juana Chaos, estaba la clave para entender el futuro democrático de nuestro país. Y es que para nadie es bueno que el PSOE siga actuando como un partido determinante en la política gallega sin necesidad de refrendar con escaños el nivel de su poder. El liderazgo del que hace gala Pérez Touriño no tiene su explicación en el Parlamento, sino en dos circunstancias de alto valor estratégico que no deben perpetuarse, ya que tan malo resulta que el PP no tenga aliados, y dependa siempre de la mayoría absoluta, como que el BNG sea un socio cautivo del PSOE, sin capacidad para condicionar sus criterios ni para crear alternativas. Pero nada cambiará si Aymerich y Feijoo se tiran puyas desde los extremos, mientras Touriño luce en su escudo una máxima -«In medio virtus»- que nadie le discute.