Trágico en Galicia: un día singular

OPINIÓN

27 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

LA FECHA del 24 de enero del 2007 puede fijar un hito en el tratamiento político de los graves y complejos problemas de seguridad vial en el ámbito de esta Comunidad. Antes de que la asunción de competencias en la materia por la Xunta -constitucionalmente legítima-, siguiendo la líneas básica que se definen desde la Administración del Estado, estaba la tarea de analizar la situación actual del tráfico a partir del usuario, del soporte físico del propio trafico -la red viaria- y del medio material que conforma el hecho de la circulación -el automóvil-. Vendría después la definición de objetivos, no otros que la reducción de víctimas resultantes de los accidentes en la medida de disminución que se estimase alcanzable. En tercer término, se trataría de precisar un programa de actuaciones, con detalle de labores a realizar e individualización de servicios encargados de su cumplimiento. Ese haz de tareas era condicio sine qua non para llegar a la redacción del Plan de Seguridade Viaria de Galicia, públicamente presentado en el día que decimos. Su marco jurídico está en las leyes del Estado acerca de la circulación de vehículos, y su hilo conductor se halla en los planes para la seguridad vial de la Unión Europea y de España. El plan europeo -primero en el tiempo- pretende reducir las víctimas mortales del tráfico en un 50% entre el 2001 y el 2010, en tanto que el Plan Estratégico de Seguridad Vial español se plantea la reducción de fallecidos en un 40% entre el 2005 y el 2010. El Plan gallego marca el objetivo de reducción de muertes en un 40% entre el 2006 y el 2010. Es grato e ilusionante el hecho de que, por vez primera, se aborde un trabajo, socialmente tan trascendente -evitar muertes en los caminos-, desde una perspectiva que -más allá de un tratamiento global- tiene en cuenta peculiaridades del tráfico gallego, como la gran dispersión poblacional, la intensa movilidad de las gentes, la extensión de la red de carreteras y sus irregulares trazados, los factores climáticos y, en fin, la precaria formación vial de algunos, tantas veces manifiesta. Cabe esperar que estos afanes de hoy, que deben ser afanes de todos, se cumplan en el 2010, si no antes.