Turquía se encrespa

| RAMÓN IRIGOYEN |

OPINIÓN

16 nov 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

NO ES PRECISAMENTE un potrillo joven Turquía, un país con una historia impresionante que ha hecho esfuerzos reales por modernizarse, iniciados, por cierto, hace ya más de 80 años por el líder Atatürk. Y precisamente en los últimos diez años, los avances de modernización liderados por el ex primer ministro socialdemócrata Bulent Ecevit, si queremos calificarlos con el adjetivo quizá más gastado del idioma, habría que decir que han sido espectaculares. Pero últimamente Turquía se muestra como ese rebelde con causas contradictorias que suele asociarse con la adolescencia. Obviamente, es la adolescencia retrasada de un anciano muy vital con, sin ir más lejos, 200 años de turbulenta historia. La Comisión Europea ya ha dado un aviso a Turquía por su actitud poco conciliadora estos últimos meses con vistas a la integración en la Unión Europea. Se aproximan las elecciones en Turquía y, como ocurre con estos fastos en todas partes, los políticos luchan por revolver el río que a los pescadores sin escrúpulos les suele traer ganancias. Y ¿por qué no avanza la causa del acercamiento a la UE? Intentemos ser simples en el análisis como los pajarillos del bosque, que, por supuesto, son de una inmensa complejidad bioquímica. Turquía obstruye el acercamiento a la UE negándose a una normalización en su trato con Chipre. Y Chipre es esa isla griega del Mediterráneo oriental, a la que cantó el poeta griego Yorgos Seferis, premio Nobel en 1963, con un verso que, por la división política actual, se ha quedado obsoleto. Escribió Seferis: «Hay una isla¿». Y es verdad que en Chipre sigue habiendo todavía, desde el punto de vista geográfico, una sola isla porque ni siquiera los turcos la han serrado para trocearla en dos. Pero, hace ya 23 años, Turquía se sacó de su sublime axila una República Turca del Norte de Chipre, sólo reconocida por ella misma. Después, en otro rapto de iluminación, cerró -y hasta hoy- sus puertos y aeropuertos a aviones y buques grecochipriotas. El odio entre Turquía -que ocupó Grecia durante casi 400 años- y la República Helénica es equiparable al que se vivió entre Roma y Cartago. Ya es hora de que Turquía abra estos puertos y aeropuertos.