Charlatanería

| JOSÉ RAMÓN AMOR PAN |

OPINIÓN

05 oct 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

LA LENGUA es un órgano pequeño pero capaz de grandes cosas. Debiéramos ser conscientes de lo importante que son las palabras y cuidar la calidad de las que salen de nuestra boca. Creo que somos un poco inconscientes al respecto. No hace falta más que echar un vistazo a los diferentes canales de televisión (la radio tampoco se salva): encontramos un discurso mediático que se hace a coz y flato entre apretones de letrina, con la coartada infame pero firme de las audiencias y del más que manido derecho a informar. Explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia da magníficos resultados. Ahora bien, hay tonterías que gustan mucho, pero que no resultan baratas en términos de civismo. Existe hoy en día una hiperinflación de tertulias y tertulianos para destripar con autoridad a quien haga falta. Esto último, lo de la autoridad con la que los tertulianos hablan, resulta muy curioso, porque uno no sabe muy bien de dónde procede. Pero lo cierto es que la practican, junto con una pésima educación y peor vocabulario; no entremos ya en la sintaxis y morfología, que puede darnos un pasmo. La charlatanería es un rasgo destacado de nuestra cultura. Se vulneran muchas veces los derechos fundamentales de la persona y se desprecia el valor de una dimensión existencial tan importante como es la vida privada, todo ello acompañado de un lenguaje chillón, grosero, grotesco e impúdico que se utiliza para convertir en espectáculo la vida de personajes que, en no pocas ocasiones, se prestan al juego de muy buena gana a cambio de suculentas contraprestaciones económicas o, sin más, a cambio de la popularidad. Noten que he destacado lo de personajes, porque uno no sale de su asombro al comprobar que la persona objeto de debate es alguien merecedor de atención pública por algo tan notable, por ejemplo, como haber estado en Gran Hermano . Si es cierto que la televisión ocupa un lugar tan central en nuestras vidas que somos en buena medida aquello que sale por ella, habría que concluir diciendo que somos, fundamentalmente, basura. La palabra que resuena exteriormente es signo de lo que llevamos dentro. A tenor de lo que se escucha últimamente, debemos de llevar dentro¿ mucha basura. Sé que el juicio es demoledor. Es necesario recuperar el buen decir y la discreción. Cuidar del buen nombre propio y del de los demás es una actitud moralmente exigible.