LA MOTORIZACIÓN comienza a tomar cuerpo en España poco más allá de la primera mitad del siglo XX. No podía preverse entonces su fuerza en en los hábitos de vida. Adjetiva la historia del tiempo siguiente y hace del tráfico un específico fenómeno social. Por eso cuesta entender que, siendo un plano básico de la realidad social, apenas si tuviese predicamento informativo -hasta el tiempo reciente- a la hora de contar muertes o grandes destrozos. Es en estos años últimos cuando llegamos a un cambio fundamental en el tratamiento de la circulación de vehículos de motor. Tiene ahora el tráfico su propio espacio en los medios de comunicación y se diversifica la información sobre su diario desarrollo. Buen camino para madurar la conciencia vial de los usuarios, que es gozne de la seguridad vial. Lo dicho viene al hilo de la pluralidad de noticias de estas fechas últimas, tantas que apenas si en este espacio pueden enumerarse. ¿Qué leemos? Pues que ha disminuido en septiembre pasado -al igual que había ocurrido en agosto- el número de accidentes mortales y de personas muertas, que se inicia una nueva campaña divulgativa acerca del permiso por puntos; que se duplica del número de cinemómetros en las carreteras gallegas. Noticias también de ámbito provincial o municipal, como la que cuenta la peligrosidad de la acción de caminar alrededor de la muralla lucense, o la que dice de protestas vecinales por razón de caminos -todavía- sin aceras, cuando las viviendas limitan con la calzada misma. Hay conciencia y fe pública, en fin, de que el tráfico está en el eje de los asuntos que preocupan al cuerpo social.