El rey no se deja destronar

OPINIÓN

NACE BOB DYLAN Le faltaban un par de meses para cumplir los 21 cuando publicó su primer disco, que llevaba por título su nombre: «Bob Dylan». Hoy entra en la edad de la jubilación como uno de los músicos más prolíficos de la historia, pero también como uno de los más influyentes y respetados.

23 may 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

El hombre que creó y cantó las letras más hermosas, inteligentes y profundas del último medio siglo cumple hoy 65 años. ¿Quién se lo iba a decir a él cuando en 1964, con sólo 23 abriles, desafiaba a los mayores con Los tiempos están cambiando? Ahora es un veterano cantautor que mira hacia atrás inseguro de la utilidad de sus triunfos. Porque ahora sí que sabe ?muy probablemente? que, a la postre, las palabras victoria y derrota significan lo mismo. Robert Allen Zimmerman ?que éste es el verdadero nombre de Bob Dylan? nació el 24 de mayo de 1941 en Duluth (Minnesota, Estados Unidos). Hoy está considerado, justamente, como uno de los compositores y músicos más influyentes ?y prolíficos? del pasado siglo. Sus canciones Blowin? in the Wind, Master of War, The Times They Are A-Changin, Mr. Tambourine Man y Like a Rolling Stone se convirtieron en seguida (1962-64) en himnos de una generación pacifista. (Ésta última canción figura en primer lugar en la lista de las mejores de todos los tiempos, elaborada por la prestigiosa revista musical Rolling Stone). Con su voz cascada y áspera, Bob Dylan logró un acento inconfundible, irónico y escéptico, que, paradójicamente, como señaló John Lennon, hace más importante el «cómo lo dice» que lo que dice. Pasados los años, su nombre ha cosechado todos los elogios y consideraciones. Leonard Cohen lo equiparó a Picasso por «esa exuberancia, variedad y asimilación de la historia entera de la música». Bruce Springsteen lo proclamó el hermano que nunca tuvo y dijo que «en la música, Frank Sinatra puso la voz, Elvis Presley, el cuerpo, y Bob Dylan, el cerebro». Chuck Berry lo calificó como «la gran bestia del rock and roll», y Patti Smith, como «la persona más sexy desde Elvis Presley». Eric Clapton lo tituló «el rey». Kris Kristofferson lo comparó a Einstein. Roy Orbison y Phil Ochs lo nombraron «el poeta más grande de nuestra época». El gran Allen Ginsberg, uno de sus autores más admirados, sentenció que es «un trovador del siglo XX, merecedor del Premio Nobel por sus virtudes imponentes y universales». Y hasta Marlon Brando, que no era de su generación, confesó rendido: «Bob Dylan y The Band son lo más fuerte que he escuchado en mi vida». Sólo Truman Capote lo rechazó, quizá porque nunca entendió lo que Dylan tiene de Chaplin y de Groucho Marx. La estela de sus éxitos, con algún que otro fracaso, es larga de nombrar y no viene a cuento hacerlo en el corto espacio que me queda. Déjenme decir que desde siempre ?desde que admiraba a Little Richard y a Woody Guthrie y leía libros de poesía y hacía el amor con Suze Rotolo en el Village neoyorkino? quiso ser el número uno y superar a Elvis Presley, Jerry Lee Lewis y Carl Perkins. Lo logró. Porque para muchos ya nunca será sólo el rey del folk-rock. Para muchos, entre los que me cuento, será El Abuelo Dylan, ese miembro de la familia que mejor cuenta las historias, las del boxeador Hurricane Carter o las del pistolero John Wesley Harding. Proclamado el mejor del siglo XX, todavía mira con ojos codiciosos al XXI. Escuchen Love and Theft (2001) y comprenderán de qué estoy hablando. El rey no se deja destronar.