De Bambi al rey león

| FERNANDO ÓNEGA |

OPINIÓN

27 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

¡QUÉ buen actor es Zapatero! Esta confesión es de un político que daría un dedo de su mano por ver al presidente fuera del Gobierno, y mejor hoy que mañana. Lo acababa de observar en la entrevista con Iñaki Gabilondo, y le inspiró ese comentario. Cuando alguien de la oposición califica al gobernante como actor , no hay que traducirlo. Significa lo mismo que cuando usted se lo llama a su jefe: le está diciendo falsario . Pero, si le antepone el calificativo de bueno , está confesando que no le gustó ni le convenció, pero teme que haya convencido a mucha gente. Aunque sea a mucha gente incauta. Yo, que también lo he visto, tengo para él otras anotaciones más inocentes. Creo que el rostro del gobernante es tan ilustrativo de la situación como una rueda de prensa de sus portavoces. La cara sigue siendo espejo del alma. Y de la política. Hace sólo una semana, Zapatero tenía ojeras. Estaba como destemplado. Su aspecto denunciaba noches de insomnio. En Cuatro aparecía radiante, con sonrisa franca. Cabe la posibilidad de que lo hubieran maquillado con maestría. Es posible que sus asesores le hubieran aconsejado una larga siesta previa. Yo interpreto que el acuerdo con Artur Mas lo ha dejado así: sereno y relajado. La segunda es que este hombre todavía no ha aprendido a mentir con el tono majestuoso y solemne de la clase política. Cuando le preguntan por qué dijo que aceptaría el Estatuto que viniera de Cataluña, aseguró que él nunca había pronunciado tal frase. Un político con más tablas nunca miente de forma tan rotunda y tan expuesto a que le saquen las grabaciones. Miente con la vaselina del «me han entendido mal» o «me han sacado de contexto». La tercera, que domina, en cambio, el arte de la exageración. No es una cualidad fácil. Tiene que haber un proceso de convicción previo, muy elaborado, muy pasado por el tamiz del cuerpo de asesores. El presidente ha hecho grandes progresos. Frente a quienes ven en el horizonte crecientes grietas en la arquitectura del Estado y la nación, él proclama que España nunca ha estado tan unida como hoy. Ignoro si será el efecto óptico de no ver ya las cosas a través del señor Carod. Y la cuarta, su impresionante optimismo sobre la evolución política en el País Vasco. Era oírle y pensar que estamos en vísperas de algún acontecimiento que le permita coronar con éxito su segundo gran desafío. Confía tanto en eso que sólo se explica desde una posibilidad: tiene alguna información. O eso, o estamos ante un ingenuo feliz que piensa que los terroristas se van a dejar seducir por su sonrisa. Estoy por pensar esto último, porque ha dado bastantes pruebas de candor. Pero eso ocurrió cuando era Bambi. Ahora quiere ser el rey león.