El tráfico preocupa

OPINIÓN

18 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

ES DE SIEMPRE que el aceptable funcionamiento del tráfico está en relación directa con su desarrollo armónico y su misma seguridad. Y si desde este planteamiento revisamos el tiempo anterior al actual, resulta evidente que ambos principios se han puesto en jaque, hasta casi desmoronarse, al socaire de las cíclicas migraciones de vehículos en determinadas fechas de julio y agosto, en abanicos de iguales días e iguales horas, y en rutas concretas. En este sentido, el relativo fracaso del tráfico, como actividad humana que debe resultar ordenada e incruenta, lo sitúa entre los problemas sociales más agudos. Nótese cómo los medios van más allá del hecho puntual, hasta el punto de que no pocos columnistas de todo signo (véase este mismo diario en su edición del 15 de agosto) aportan su punto de vista crítico para entrar a fondo en el ámbito de la circulación de automóviles. El tráfico admite toda suerte de puntos de vista, pero no es menos cierto que todos son igualmente cuestionables. De hecho, se ha dicho que la circulación debe gobernarse en toda su extensión -afirmación que goza de plena validez- para añadir a continuación: «Asumiendo las muertes de tráfico como un fracaso de gestión». Es aquí donde nos permitimos decir que la negatividad del tráfico tiene raíces hondas: el hombre no goza de la infalibilidad en sus decisiones y el contexto en el que desarrolla sus acciones y reacciones tampoco está conformado, precisamente, por legiones de ángeles.