31 jul 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

ERA EL PASO que todo el mundo le pedía al Ejército Republicano Irlandés (IRA). Y el jueves este grupo armado anunció el final del terrorismo (del suyo) y la adopción de métodos pacíficos y democráticos en su lucha contra la dominación británica de Irlanda del Norte. Es el gran salto cualitativo, si finalmente no se malogra. Esta decisión del IRA alimenta una esperanza muy esperada. Porque, si los hechos acompañan a sus palabras, estaremos en un camino de pacificación potencialmente sin retorno. Un acontecimiento histórico de verdad, no como otros a los que se les da cada día ese título en cualquier autonomía española (por ejemplo). Un comunicado del IRA que ha recibido el beneplácito de Londres, Dublín, Washington e incluso de los reticentes y desconfiados unionistas que encabeza Ian Paisley. Y un éxito de Gerry Adams, que consolida su liderazgo y su capacidad como interlocutor político. ¿Constituye todo esto un modelo para ETA? Los terroristas vascos se han apresurado a negarlo con la explosión de dos bombas que han colapsado el viernes las autovías de Madrid a Andalucía (A-4) y a Extremadura (A-5). Probablemente han querido subrayar, a su modo, que las circunstancias norirlandesas no tienen nada que ver con las de aquí, que son situaciones muy distintas. Pero ¿lo son tanto como para que no se pueda aceptar ese modelo de punto final al terrorismo? El presidente Zapatero ha afirmado que no hay ningún paralelismo entre ambos casos. No es la hora de perder el tiempo en la búsqueda de similitudes (sería un debate necio), pero sí se trata de recordar -a Dios rogando y con el mazo dando- que hay paralelismos entre todo lo que lleva a erradicar las opciones violentas en nuestras sociedades abiertas y democráticas. No cabe duda de que ETA protagonizaría otro acontecimiento histórico si lo entendiese así y posibilitase esa salida. Nuestra sociedad toda, y la vasca en particular, mejoraría extraordinariamente. Pero Arnaldo Otegi, que se ha alegrado de la decisión del IRA, no se ha referido a nada parecido en Euskadi. Y es que Otegi todavía no es Gerry Adams. En esto es en lo que aún no hay ningún paralelismo. Lamentablemente.