De qué hablamos los gallegos

OPINIÓN

29 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

DURANTE el fin de semana que cerró la larga precampaña electoral, los gallegos hemos hablado del País Vasco, de ETA y de los líos que se traen Otegi y Conde-Pumpido detrás de las bambalinas. También hemos tratado cosas tan nuestras como la programación de las líneas de Comboios de Portugal, de la Liga de Campeones, y de la vida íntima de Lola Flores. Los líderes políticos hicieron enjundiosos discursos sobre temas tan vitales como las arrugas, los payasos que se hacen fotos en los gimnasios -¡la bomba de Palomares ya está olvidada!-, la utilidad métrica de las raciones de empanada, y de ese nuevo concepto politológico que es la multitudocracia, en el que el joven Fraga está depositando sus máximas complacencias. La agenda de cosas trascendentes también le otorgó un lugar de privilegio a los ínclitos Maragall y Carod-Rovira. En las agudas metáforas surgidas del Monte do Gozo, Maragall y Patxi López representan a Touriño, y Carod-Rovira, con su corona de espinas, representa a Quintana, y así podemos librarnos de ulteriores precisiones sobre esta débil oposición que enseña por primera vez sus galas de alternativa. En los pocos minutos que nos dejaron libres tan importantes cuestiones, también hemos hablado de un misterioso tren de alta velocidad que nos tocó en la tómbola europea, de una España en peligro que vamos a salvar, y de la Súper-Galicia del año 2025 que Fraga construye con sus propias manos, con el mismo estilo y tenacidad con la que el hermano Justo construye su fantástica catedral en las llanuras de Mejorada. No se habló, en cambio, del referéndum de Francia, que nada tiene que ver con nosotros ni con las infraestructuras que nos prometen, que no debe formar parte de la agenda más crítica del jefe de la oposición, y que apenas hubiese entrado en los diarios de ayer si los comentaristas políticos no lo hubiesen introducido por su cuenta. Lo demás, ya se sabe, carece de importancia. ¿Qué estándares de calidad mantienen nuestros sistemas sanitario y educativo? ¿Cómo evoluciona el PIB agrario? ¿Qué balance se hizo de la concentración parcelaria y de los planes de ordenación rural que se transforman en urbanizaciones encubiertas? ¿Qué se va a hacer en materia de ordenación y organización territorial? ¿Quién va a beber el carísimo albariño que se amontona en las bodegas? ¿Por qué se van nuestros jóvenes titulados? La campaña electoral es un esperpento, o una desfiguración matemática -cóncava por la derecha y convexa por la izquierda- de la realidad de Galicia. Por eso le sugiero que coja los actos de precampaña y decodifique con exactitud matemática sus distorsionadas imágenes. Verá una política que es para llorar.