Santiago Carrillo y Paracuellos

ARANTZA ARÓSTEGUI

OPINIÓN

EL 16 DE ABRIL, un grupo de ultraderechistas intentaron agredir a Santiago Carrillo a su llegada a la librería madrileña Crisol, donde iba a participar en una mesa redonda sobre el libro Historias de las dos Españas , de Santos Juliá.

30 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Según la información firmada por Enrique Clemente, de la delegación de La Voz en Madrid, antes de que empezara el acto, unos cuarenta radicales recibieron con gritos de «asesino, asesino» al ex dirigente comunista, al que intentaron agredir. Peor suerte corrieron Santos Juliá, el ex ministro socialista Claudio Aranzadi y varias personas más, golpeados con los palos de las banderas anticonstitucionales que portaban los ultras. La periodista María Antonia Iglesias, a la que metieron un puñado de panfletos en la boca, comentó más tarde: «No recuerdo haber pasado tanto miedo en mucho tiempo, porque era una gente especialmente violenta». Los extremistas arrojaron carne picada y panfletos, firmados por La Falange, con la fotografía de Carrillo y el texto: «Asesino, genocida, ni olvido ni perdón». Como no consiguieron abrir con golpes y patadas las puertas de la sala donde estaba Carrillo, la emprendieron con el local destrozando estanterías y tirando libros. Finalmente, lograron huir antes de que llegase la policía. Para el día siguiente, La Falange organizó una manifestación en Madrid «en defensa de la unidad nacional», donde se volvieron a lanzar los mismos panfletos y se reiteraron los insultos contra el ex secretario general del PCE. Durante la marcha, autorizada por la Delegación del Gobierno y en la que participaron 2.500 personas, según la policía, José Fernando Cantalapiedra, presidente de La Falange, calificó a Carrillo de «genocida», «asesino» y «carnicero de Paracuellos». La Voz volvió a informar sobre el asunto el día 22 al dar cuenta de la detención de cuatro personas, entre ellas un sargento del Ejército, por su supuesta participación en los hechos. Ocultar información Esta larga exposición de una noticia ocurrida hace dos semanas viene a cuento por la también extensa carta del lector Daniel Parga Díaz, quien se confiesa extrañado por la información que dimos. En su opinión, los lectores menores de 35 años que desconozcan la reciente historia de España se preguntarán por qué fue agredido el ex líder comunista. «Ustedes -dice el lector coruñés- han presentado una noticia, la agresión a Carrillo y la anterior del homenaje recibido, ocultando una parte esencial de la biografía del personaje. En ningún momento la han revelado, con lo que dejan a innumerables lectores a oscuras del porqué de esta agresión. Sin embargo, el lector que, como yo, desea conocer la verdad acaba buscando en otros lugares -léase periódicos, libros...- los antecedentes que puedan explicar esta agresión. Antecedentes que no sólo están en el homenaje que la clase política dio a Carrillo en marzo, sino en la biografía de este personaje durante la Segunda República». Nuestro lector opina que debíamos haber informado del «nombramiento de Santiago Carrillo como consejero de Orden Público de la República en 1936 y de cómo bajo su dirección y por sus subordinados fueron sacados de las cárceles y asesinados en Paracuellos, sin juicio alguno y por odio de clase, una cantidad estimada de 5.000 personas. Esta verdad histórica es la que ustedes han omitido voluntariamente». Y concluye: «La verdad hay que proclamarla entera sin seccionar lo que no gusta, pero que son datos verdaderos. Si no, llegará un momento en que sus lectores -hartos de que la muestren tendenciosamente mutilada- se buscarán otros sitios -periódicos o Internet- donde encontrarla». He repasado la información que hemos dado sobre Santiago Carrillo. El 17 de marzo contamos el homenaje que le brindaron un numeroso grupo de personas en Madrid con motivo de su 90 cumpleaños. En el texto sobre todo se hacía referencia a las personas que asistieron a la cena, «figuras relevantes de la Transición y de la política actual de diferente signo político [...], que destacaron su gran aportación a la democracia». También se recogía que el Rey le envió un mensaje en el que le manifestaba «su testimonio de amistad» y le agradecía «su sensatez y espíritu de conciliación». Sobre el intento de agresión a Carrillo, informamos los días 17, 18 y 22 de abril. Se contó que los ultras le llamaron «asesino», «genocida» y «carnicero de Paracuellos». ¿Era necesario, como opina Parga Díaz, haber explicado por qué Carrillo fue tachado con semejantes epítetos? Es nuestra obligación como periodistas dar la información lo más completa posible. Todo lo que contribuya a ahondar en una noticia para hacerla más comprensible a los lectores es algo recomendable. Pero una cosa es que nos hayamos quedado cortos o no hayamos perfilado de forma suficiente el tema y otra bien distinta que hayamos omitido datos de forma tendenciosa. Nada más lejos de la realidad. Además, la noticia era el intento de agresión a Santiago Carrillo y la irrupción violenta en un acto público. Informar sobre el papel de Carrillo en Paracuellos podría interpretarse como una justificación a las pretendidas razones de unos individuos que agreden a personas indefensas y destruyen librerías. Un acto injustificable en una sociedad democrática.