Gaudí

La Voz

OPINIÓN

CÉSAR CASAL GONZÁLEZ | O |

08 jun 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

UN DÍA ANTES de que Venus, el planeta del amor, se posase como un lunar flamenco sobre el oro del Sol, un 7 de junio, Antoni Gaudí era atropellado por un tranvía en Barcelona. Sucedió en 1926. Gaudí, el genio, el hombre que sabía que la única verdad estaba, está, en la naturaleza. El arquitecto que fue más allá de la escuadra, el cartabón y el compás. Gaudí, que con los años pasó de dandi a místico, descubrió lo que era evidente: no hay mejor columna que una tibia o un árbol. Hizo sus edificios con las estructuras de la naturaleza, no hay mejor estructura que una mano que acaricia. Vio lo que estaba delante de los ojos, como todo gran descubrimiento. Una boca es una puerta perfecta. Los ojos pueden ser ventanas. La verdad está en la naturaleza. Es imposible hacer mejor música que el canto de los pájaros. No hay mejor flauta que el pico de un ave ni mejor arpa que el viento. Lo que debe hacer el artista es imitar la creación con humildad. La mejor literatura es la que moldea palabras y sentimientos, porque los hombres somos palabras que sueñan (los monólogos de Joyce). El tranvía número 30 le cerró los ojos en el cruce de Bailén con Gran Vía, a él que nos había abierto la mirada a los demás. cesar.casal@lavoz.es