La maldición de Interior

MANUEL MARLASCA

OPINIÓN

31 may 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

HAY una especie de maldición que se ceba con los ministros del Interior. El potro de tortura de un departamento al que algunos tachan de «ministerio anti-ETA», ignorando las otras múltiples competencias que le son propias, deja una huella indeleble en los rostros de quienes pasaron por él y no pocas secuelas en sus almas. Bastaría repasar los titulares de Interior de la democracia, abstracción hecha de Juan José Rosón, ya desaparecido, y que lo fue durante la durísima época de la transición: Martín Villa, José Barrionuevo, José Luis Corcuera, Antoni Asunción, Juan Alberto Belloch, Mayor Oreja, Mariano Rajoy y Ángel Acebes. El primero, del que se dice malévolamente que no se ha bajado del coche oficial desde sus tiempos al frente del Sindicato Español Universitario (SEU) del franquismo, se quemó en el Ministerio de Interior, por más que luego haya tenido una trayectoria de éxito en la política empresarial; Barrionuevo quedó quemado por los GAL, y Corcuera pereció políticamente entre la patada a la puerta , aquella ley en la que empeñó su futuro, y los fondos reservados; a Toni Asunción lo achicharró en unas semanas la fuga de Roldán y, en fin y como excepción, Juan Alberto Belloch, el biministro de Interior y Justicia, ha hecho carrera política en la alcaldía de Zaragoza. Mayor Oreja, que ahora encabeza la candidatura del PP a las europeas, con una trayectoria impecable en Interior, aceptó en su momento pasar sin solución de continuidad del ministerio a su candidatura a lendakari vasco, en una operación llena de honradez y valentía, como todos sus actos, pero de una temeridad que los malos resultados electorales se encargaron de evidenciar; Rajoy acabó recibiendo en su mandíbula el directo que el electorado le propinó a Aznar; y de Ángel Acebes nos queda el recuerdo de su posición desairada, casi a la intemperie y con lo puesto en medio del peor vendaval que ha azotado Interior, el del 11-M. Martín Villa está instalado en la historia y en la comodidad empresarial; Barrionuevo y Corcuera, lamiendo sus heridas; Asunción, en el olvido; Belloch, al frente de una de las grandes ciudades españolas; Rajoy y Acebes con el encargo de reconstruir la derecha víctima también de la guerra en Irak; y Mayor Oreja vuelve a luchar contra los elementos. Debe ser la maldición.