¿El 10?

| LUIS VENTOSO |

OPINIÓN

20 abr 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

SOLARI, elegante e inteligente futbolista argentino del Real Madrid, se presentó ayer a trabajar ataviado con una camiseta con la cara de Maradona y un lema que decía así: «Algún día, tu hijo, o el hijo de tu hijo, te preguntarán por él». Interrogado al respecto, Solari aclaró que «El Diego es el dios de Argentina». Al otro lado del charco, Maradona se despertaba atado a un respirador y recibía dos noticias. Una buena: el país estaba conmocionado por su enfermedad. Y otra mala: el test de orina del hospital cantó restos de farlopa. Maradona, el malabarista que ganó un Mundial hace 18 años, ya no gambetea. Incapaz de dejar su afición favorita, es un enfermo crónico, varado en una hospital, con 100 kilos metidos en un cuerpo de 166 centímetros y un corazón a punto de dimitir. Pero la calle reza por él; y hasta Kirchner busca el calor de su nombre. Maradona fascina a Argentina. Quizá porque constituye la metáfora triste y exagerada del propio país: todos los dones del cielo escurriéndose por un desagüe de vanidad y verborrea.