La ausencia de Cervantes

OPINIÓN

QUERIDO MUNDO

13 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

CHARLES Murray es un estadounidense que escribe libros polémicos por las conclusiones a las que llega y que, sin embargo, siempre están basadas en estadísticas rigurosas o muy fiables. La última obra que ha publicado acredita la superioridad de la cultura occidental (una superioridad que estima en declive), tras estudiar las 4.200 personalidades de las artes y las ciencias de los últimos 2.800 años que son más citadas en los principales libros de referencia en inglés, francés, español y alemán. La inmensa mayoría pertenece a la cultura occidental. Hasta aquí la cosa no pasa de ser una conclusión discutible, sobre todo por los idiomas originales de las enciclopedias o fuentes de datos que utiliza. Pero la cuestión se vuelve más delicada cuando se lee la lista de los escritores. La encabeza Shakespeare, lo cual no es muy sorprendente, y detrás de él figuran Goethe, Dante, Virgilio, Homero, Rousseau, Voltaire, Molière, Byron y Tolstoi. ¿Y Cervantes? ¿Y algún hispanohablante siquiera? Ni uno figura entre los diez primeros. Lo cual nos da una idea cabal de las cosmovisiones imperantes, entre las cuales resiste la francesa (la alta valoración de Rousseau, Voltaire y Molière así lo acredita) y se impone la angloamericana, que mantiene en sus textos un alto reconocimiento de los clásicos (a Aristóteles lo citan en tercer lugar entre los científicos, detrás de Newton y Galileo, mientras que Einstein ocupa el noveno lugar). La cosmovisión española -y la iberoamericana en general- parece sufrir una seria anemia intelectual, si se lee con atención el parte facultativo del señor Murray. Literalmente, nos da por desplazados, secundarios, escuderos Y la verdad es que, al menos en el caso de Cervantes, deberíamos poner pies en pared. Pero lo verdaderamente sensato es tomar nota del hecho, que es revelador de cómo somos percibidos y evaluados, y también de lo poco acertada que ha sido nuestra política cultural en el exterior. Si el Quijote es la expresión literaria más precisa que tuvo nunca un país (como decía Orson Welles), debemos admitir que la ausencia de Cervantes es nuestra propia ausencia como comunidad.