Mínimos

ASSUMPTA ROURA

OPINIÓN

13 ago 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

EL FUEGO tiene un valor simbólico. Más allá de la terrible realidad que nos muestra cómo las llamas pueden arrasar un país entero o cómo esa ola de calor asfixiante, tan parecida a lo que debe ser el infierno, con licencia para matar -treinta muertos en España, cien en Francia y se suma y se sigue-, las llamas tienen un sentido purificador. Convendría no olvidarlo. El fuego arrasa en verano, tiempo de vacaciones, de festivales, fiestas populares, de viajes. Esa paz soñada durante once meses se ha visto sacudida, perturbada por imágenes dantescas que no hacen más que poner de manifiesto la impotencia humana para poner fin, en un plazo calculado, a uno de nuestros peores enemigos. Deberíamos aprender la lección de humildad, asignatura que se nos resiste, en la que seguimos incurriendo en excesivas faltas de ortografía. Puede que sin saberlo seamos como Peter Pan y vivamos convencidos de que España y Europa entera es el país de Nunca Jamás porque a la vista está que no aprendemos. Termina la ola de calor y empezarán las conjeturas sobre sucesiones de candidatos a presidente; sabremos un poco más de la corrupción de muchos de nuestros políticos tras un invierno y primavera que ardían de ofensas a la voluntad democrática de la ciudadanía. Vendrán elecciones en la Comunidad de Madrid, en Cataluña y luego las generales españolas. En Irak, y en otros países de ese Oriente que tanto nos ha enseñado en los últimos tiempos de geografía y tan poco de moral, el caos y los intereses de poder seguirán supliendo la nada cotidiana y así otro suma y sigue de horror del que se hace difícil escapar. El fuego ha perdido su simbología de purificación. De lo contrario, tras este verano infernal quizá nos decidiríamos todos a dimitir de tantas mentiras fabricadas por carísimos gabinetes de imagen, algunos en misión secreta y otros presumiendo de sello de marca para volver a reordenar gobiernos y gobernados en base a la moral perdida. La ética ha de ser algo más que una disciplina que se imparte en las aulas. Ha de regresar a nuestra vida cotidiana como una brújula que nos indique el camino. De acuerdo que vivimos en un fase de transición mundial y muchos de los referentes válidos hasta hace muy poco tiempo ya no nos sirven. Pero existen unos mínimos que el fuego no ha arrasado.