Las banderas del chapapote

| JOSÉ ANTONIO MADIEDO ACOSTA |

OPINIÓN

31 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

EL DESEMBARCO intermitente de manchas de chapapote, con marchamo conocido, en la playas de Galicia y de la Cornisa Cantábrica, ponen al descubierto, una vez más, la incapacidad de la Dirección General de la Marina Mercante, y por elevación del Ministerio de Fomento, para afrontar eficazmente las consecuencias de la contaminación causada por el accidente del Prestige . Los daños que se derivan para las economías regionales afectadas, todas ellas sensibles a la afluencia veraniega de turistas o visitantes, es más que notable. Y esos daños no son el fruto de la falta de «capacidad adivinadora» en la que pretende refugiarse un destacado dirigente gallego. Son la consecuencia directa de la falta de previsión y de planificación ante una amenaza, conocida, identificada y sufrida desde la segunda quincena de noviembre del 2002; es decir, desde hace más de ocho meses. Que había grandes manchas de fuel vagando por el Cantábrico, que el fuel es un producto persistente y que por lo tanto no desaparece fácilmente, que el viento y las corrientes lo trasladan con rumbos caprichosos, y que en el verano habría muchas probabilidades de que arribase a las playas, era más que conocido. ¿Por qué no se ha llevado un mínimo seguimiento de las manchas, para evitar en la medida de lo razonable un nuevo palo a las costas gallegas y cantábricas? ¿Es tan difícil solicitar la colaboración de todos las navegantes para que informen del avistamiento de las galletas a la deriva y combatirlas antes de que hagan estragos? ¿Es tan complicado que los helicópteros sobrevuelen periódicamente las costas para detectar posibles manchas? ¿Es tanto pedir que los medios de salvamento y lucha contra la contaminación cumplan las misiones de prevención que Fomento tiene asignadas? Vamos camino de ser los mejores autores de literatura marítimo-administrativa de Europa, pero son los portugueses los que nos dicen cuándo y cómo llegan las manchas, los franceses los que nos advierten del peligro que corren Las Landas; los noruegos, holandeses, británicos, belgas, alemanes y suecos, los que viene a limpiarnos las cacas. ¿Hasta cuándo vamos a seguir confundiendo la Dirección General y las capitanías marítimas con un astillero repleto de ingenieros navales inexpertos, o hasta cuándo hemos de esperar para que haya remolcadores y medios técnicos suficientes para combatir la contaminación con rapidez y eficacia? ¿Para qué sirven los vigentes planes de contingencias por contaminación marina? ¿Qué le vamos a pedir al FIDAC por las banderas ultrajadas? Ustedes tienen la palabra.