Tocino al volante

| MONTSE CARNEIRO |

OPINIÓN

25 jun 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

VALE, LA VIDA es un bólido rojo con una morena turgente adosada a la defensa trasera, un papá feliz que mira cómo duermen los suyos a 200 kilómetros por hora, la mirada soñadora de Fernando Alonso, las curvas de Urano, la novia extraterrestre, mejor adoptamos. La vida es esa montaña que los publicistas van levantando para no aburrirnos, con granos de arena invisibles para cualquier mortal. Subliminal (dícese de la idea, emoción o sensación que no llega a ser percibida por la conciencia). La Primera emite una campaña para persuadir a los conductores del peligro de pisarle mucho, el asunto acaba en tragedia y, para compensar, dan paso a un anuncio-sugestión sobre lo potente que se vuelve uno al volante de un Mercedes CLK Cabrio. ¡Que la seguridad está garantizada, señores! Perversiones por el estilo aducirán esa panda de infames que organizan carreras de fin de semana en la vieja N-VI, y los que van a verlos, y los que montan el chiringuito. Y por cierto, ¿qué sirven? ¿tocino, vísceras humanas?