Salamina

La Voz

OPINIÓN

CARLOS G. REIGOSA

24 mar 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

QUIZÁ por no salir de la inmersión bélica en que vivimos estos días, fui a ver la película Soldados de Salamina de David Trueba, basada en la novela del mismo título de Javier Cercas. Quería entender mejor ese jinete apocalíptico que es la guerra, que ahora se ceba quirúrgicamente en Irak en una especie de versión galáctica de los combates de antaño. El resultado no fue bueno: Si la obra de Cercas es ya de por sí poco relevante (y quizá por ello un best-seller ), la creación cinematográfica de David Trueba se queda en una especie de popurrí de episodios nacionales en el entorno de nuestra guerra civil. Algo casi tan ininteligible como la propia contienda de Irak. De vuelta a casa, encendí el televisor y presté atención a unos corresponsales que desgranaban datos sobre las invisibles hazañas bélicas estadounidenses y británicas en su avance hacia Bagdad. La guerra se me figuró entonces una cruel abstracción en la que ya no cabía hablar de héroes, ni de luchas valerosas, ni quizá tampoco de causas justas. Lo que tenía delante era sólo tecnología punta en acción. Ni soldados de Salamina, ni Tercios de Flandes, ni conquistadores de América. Nada. Sólo una pesadilla de imágenes ocultando la sangre y la muerte, es decir, la guerra del siglo XXI.