Tontos útiles

| RAMÓN CHAO |

OPINIÓN

13 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

LA HISTORIA se repite, pero nunca del mismo modo, creo que dijo Marx. Hace bastantes años su valedor Lenin (a menos que fuera Stalin; se le atribuye a los dos), estampilló la frase de «tonto útil», refiriéndose a los intelectuales de Occidente que, sin ser comunistas, con buena fe defendían en sus países las tesis y posiciones soviéticas. Tonto útil para ellos era Jean Paul Sartre, pongo por ejemplo supremo para que se entienda que no utilizo peyorativamente esta expresión. Incluso, con toda modestia, pude haberlo sido yo, pero tonto inútil, porque sólo reunía dos de las tres condiciones necesarias, la de no ser comunista y actuar de buena fe, mas no la tercera de ser un intelectual. Es cierto que en mi juventud una crisis de generosidad me llevó a pensar que el mundo sería mejor bajo la férula idílica de la Unión Soviética; incluso llegué a estudiar ruso por simpatía ideológica. Pero al cabo del tiempo se me pasó y el chino me parecía demasiado difícil como para ponerme a aprenderlo. El caso es que estuve a un canto de uña de ser el primer tonto útil de la historia de España. Ahora me salen émulos del lado contrario, porque como decían los prohombres de arriba, la historia puede repetirse al revés. Cuando pensábamos obtener una medalla más (¡y de oro!), en la olimpiada mundial de categoría tan disputada, vienen los ingleses y nos birlan el número uno del palmarés. Y eso que teníamos un aspirante muy bien situado, quien, aún a costa de una evidente impopularidad entre su gente, había hecho ejercicios y méritos para recibir la máxima recompensa. Con toda objetividad, se trata de una injusticia. El candidato español tenía en su haber el apoyo sin cuento a los irresponsables de la competición, exponiéndose incluso, cara al sol y a pecho descubierto, con una misiva en la que apoya y defiende el injusto reglamento que piensan imponer los organizadores. Y, repito, el representante de la pérfida Albión se apropia indebidamente de los actos meritorios realizados por el nuestro. Como nadie ignora, los candidatos, tanto al Nobel como a la tontutilidad, han de ser propuestos por autoridades de su país. El profesor de la universidad de Londres, Philippe Marlière, presenta así la candidatura de Tony Blair: «Él es el incitador de una carta firmada por ocho jefes de gobiernos europeos cuyo contenido ultra atlantista ha conmovido a toda Europa. Además de haber ganado el sobrenombre de caniche de Bush ( Bush poodle ), Tony Blair ha de afrontar a una muy fuerte oposición en su propio grupo parlamentario». En su propuesta, Mr. Marlière destaca la evolución de su candidato, quien inmediatamente después del derrumbe de las torres gemelas declaró: «No llevaremos a Irak la guerra contra el terrorismo, a menos de tener la prueba de la participación de este país en el ataque del 11 de setiembre». Ésta es la ventaja que lleva el candidato inglés al nuestro: los tontos son más útiles si pertenecen al otro campo, si se convierten paulatinamente a la causa de los poderosos, y no los que ciegamente y desde el principio adoptan sus posiciones. Otra ventaja del británico: España ya ha tenido recientemente un tonto utilísimo. Como en el premio Nobel, se distribuye por naciones o regiones lingüísticas y geográficas. Por ejemplo, no hace mucho le dieron el de Literatura al mexicano Octavio Paz, y ya va a ser difícil que recaiga en un próximo futuro en Carlos Fuentes -por su nacionalidad-, aunque lo tenga sobradamente merecido; o en Vargas Llosa -por su idioma-, que se lo está trabajando a pulso, pero su empeño literario linda demasiado con el político y los académicos suecos están desorientados. El anterior campeón español de esta categoría desempeñó su cargo durante la guerra de Kosovo. Justificó los bombardeos de la coalición atlántica a las órdenes del padre del doctor Folamour de ahora, y su mayor mérito, además de la reconocida justeza del sustantivo, consistió en pertenecer a la socialdemocracia, y de haber dicho, casi como Blair: La OTAN, de entrada nada. Como la historia da muchas e inexplicables vueltas, Javier Solana llegó a presidir este conglomerado bélico, con lo cual le cortó la hierba bajo los pies a cualquier español que intente postularse como tonto útil.