La fórmula

| MARÍA XOSÉ PORTEIRO |

OPINIÓN

HABITACIÓN PROPIA

19 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

EN LAS revoluciones del XIX y del XX encontramos con frecuencia la misma práctica para desafiar al sistema vigente en cada momento: huelgas y movilizaciones de estudiantes, trabajadores y campesinos. Tres sectores que, unidos, hicieron saltar los goznes de monarquías y gobiernos que parecían inalterables y destinados a perpetuarse en el tiempo. Las políticas derivadas del Estado de Bienestar predominante en Europa tras la segunda Guerra Mundial y la consecuente eclosión de una extensa clase media en las democracias occidentales, parecían haber invalidado el mecanismo de alianzas entre los mundos del campo, el trabajo y la enseñanza como motores del cambio social. España llegó tarde a ese proceso pero también lo vivió. Sin embargo, en un momento como el actual, en que asistimos al empecinamiento de un Gobierno de derechas en hacer política propia de una época que creíamos pasada, vemos como la respuesta de la opinión pública parece retornar por la misma histórica vía. La ley de universidades primero y la de calidad de la enseñanza, después, han conseguido sacar a la calle a estudiantes y profesores como no se recordaba. La reforma del mercado laboral y el afán desregulador del despido fueron objetados con contundencia y eficacia por sindicatos y trabajadores hasta dejarlos sin efecto. Y es precisamente el único fleco que queda pendiente, el desmantelamiento del subsidio agrario en zonas de peonadas como Extremadura y Andalucía, lo que va a conseguir encender la mecha del agravio en los trabajadores del campo. Habrá que revisar los relegados manuales de antaño, no sea que la respuesta a las políticas antisociales que quieren conducirnos al antiguo statu quo siga estando en las viejas fórmulas.