¡Olé por Valderrama!

OPINIÓN

18 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

COMO TODAS las mañanas, hoy he tenido un primer contacto con la actualidad a través de ese entrañable aparato llamado radio: una sentencia de la Audiencia Nacional, un presunto etarra de nacionalidad francesa liberado y, por último, la dimisión del encargado de negocios de la Embajada de España en Bagdad, arguyendo «razones profesionales y morales». Y lo primero que se me ha ocurrido ha sido exclamar: ¡Olé sus...! Y no es porque con su dimisión proteste contra la actitud servil del Gobierno español hacia el de Estados Unidos, sino porque ha hecho alarde de algo de lo que ya casi nos habíamos olvidado: la dignidad. El señor Valderrama sabrá de las deficiencias y carencias que sufre una población sometida, por un lado, a una dictadura de décadas y, por otro, a un embargo internacional de doce años. Habrá visitado algún hospital en donde los enfermos se hacinan en condiciones sanitarias precarias, a la espera de un medicamento que no llega. El señor Valderrama habrá recorrido a pie y en coche las larguísimas calles de la capital iraquí, en cuyas aceras habrá visto a niños de corta edad trabajando como limpiabotas, repartiendo bloques de hielo o vendiendo fruta y mujeres cubiertas con la aballa pidiendo limosna para poder comprar una pieza de samún , el pan ácimo iraquí. Y sabrá que la población iraquí no puede, aunque quiera, levantarse contra el tirano de Bagdad y que asume, con una resignación propia de los mejores mártires de las causas perdidas, que serán masacrados. Aunque la función del señor Valderrama haya sido la de representar y defender los intereses españoles en Irak, no habrá podido sustraerse a la miseria y la injusticia que lo rodea y, avergonzado de no poder ayudar siquiera a las pocas españolas casadas con iraquíes que pugnan por sobrevivir en el país de sus maridos, ha decidido protestar de la única forma que puede: dimitiendo. Quedan pocas personas que, por dignidad y respeto a sus principios, prefieran perjudicar su carrera profesional a seguir viviendo de espaldas a la realidad. Deberíamos tomar ejemplo.