CON ALFILERES

La Voz

OPINIÓN

ENRIQUE VÁZQUEZ LÍNEA ABIERTA

13 jun 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

En el último minuto y, en la mejor tradición local, ya muy entrada la noche, George Tenet obtuvo de Yaser Arafat un sí general y de principio a lo que se llama oficialmente plan de trabajo para confirmar la tregua (otra traducción algo más refinada: consolidar el alto el fuego). Ha habido filtraciones de que el director de la CIA, tras seis días de gestiones, había llegado a la extenuación física y política y dio a las partes algo parecido a un ultimátum. La aceptación del documento de tres folios, técnicamente basado en las recomendaciones del Informe Mitchell, pero por debajo de sus expectativas potencialmente políticas, descansa, como tantas veces, en los sobreentendidos... Las sesiones son trilaterales (ayudantes de Tenet y funcionarios de la embajada norteamericana están presentes) y ello contribuye a visualizar el arreglo como propiamente norteamericano. Se da como inminente el comienzo de un repliegue. La parte israelí, con problemas de credibilidad internacional derivados de la crudeza de la represión de la «intifada», desea dotarse de una imagen más moderada... y, sobre todo, dar a su opinión el regalo de la vuelta de la calma por un tiempo prolongado antes de reemprender un diálogo político verdadero. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, se dice poco entusiasta del acuerdo, pero lo toma a falta de algo mejor y, aunque no lo diga, porque lo pide Washington y conviene fundamentalmente a los intereses de fondo del Estado de Israel.