LAS FUENTES DEL NILO

La Voz

OPINIÓN

CÉSAR ANTONIO MOLINA

04 ene 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

De regreso de Francia por la carretera de Barcelona y Aragón, me desvío en Guadalajara para ir hacia Olmeda de las Fuentes atravesando la Alcarria. Después de conocer mundo, siempre vuelvo a este pueblo que está fuera del tiempo y del espacio. No aparece en los mapas y su pequeñez y disposición en una ladera rodeada de leves puertos, le ofrece un perfecto camuflaje. No tiene mar, ni río, ni grandes picos nevados; sólo un amplio cielo y algunas llanuras en sus copas. Afortunadamente carece de historia, de literatura y de arquitectura que lo ennoblezca. En los años sesenta cayeron por aquí un grupo de pintores: Álvaro Delgado, Vela Zanetti, García Ochoa, San José, José Frau y Eugenio Granell, los dos últimos gallegos como yo; un escritor, Enrique Azcoaga y un crítico de arte, Santiago Arbós. Unos aún están, otros partieron por diversas razones. A mí me gusta habitar esta desolación y viajar hacia el interior de mis pensamientos. En Mondéjar veo la ermita de San Sebastián sobre una colina y el porche a donde vengo a veces a sentarme sobre los fríos bancos de piedra; y la torre de la iglesia renacentista que debió ser antes vigía de fronteras. Atardece y por la estrecha y bacheada carretera me sale al paso alguna perdiz que se evadió de la caza del amanecer, algún conejo, algún pequeño zorro que acude a las tinieblas llamado por el cantar de las cigarras. Al entrar en el pueblo compruebo con satisfacción que las fiestas patronales acaban de terminarse. Nuevamente se respira la misma paz. Aparco el coche, abro la puerta del jardín y sobre el cesped me encuentro la correspondencia. Entre ella está el programa de fiestas. Lo miro compasivamente antes de ir a tirarlo, cuando veo un texto de Javier Reverte que se titula: Un pueblo con historia. Mi preocupación entonces crece y ya en la cocina, a la luz, leo que, según las últimas investigaciones, en Olmeda de las Fuentes nació Pedro Páez Xaramillo. De familia noble, estudió en la Universidad de Coimbra y en el colegio de los jesuitas de Belmonte. Se fue de misionero al oriente y no regresó más a España. Vivió en Etiopía y convirtió a dos emperadores al catolicismo. También redactó la primera descripción científica de ese país. Pero lo más grave es que fue el primer europeo en alcanzar el nacimiento del Nilo Azul un siglo antes del escocés James Bruce. La memoria de este viajero estuvo oculta durante siglos y ahora se descubre. Cuando acabo de leerlo es como si me hubiese caído un jarro de agua helada. ¿Precisamente ahora, después de cuatro siglos, tiene que saberse esto? Telefoneo a Javier y me habla de una biografía suya sobre Xaramillo a punto de salir (Plaza y Janés). Yo le digo que, a partir de ahora, será Olmeda de las Fuentes del Nilo Azul. Quizás ponga la casa en venta y me marche con viento fresco al propio Nilo, o a Etiopía, lugares que no conozco.