Dorrío: «Mentiría si dijese que todo es color de rosa. Sentimos el enfado»

Elba de la Barrera Agulló
Elba de la Barrera FERROL / LA VOZ

OPA RACING

JOSE PARDO

El vasco, en un auténtico autodiagnóstico cargado de autocrítica, confiesa que apostó por el Racing para evitar un segundo descenso seguido y afronta ahora la peor temporada de su vida: «Es lo que nos hemos ganado, entre comillas»

15 may 2025 . Actualizado a las 22:46 h.

Josu Dorrío (Bilbao, 1994) es uno de esos integrantes de la actual plantilla del Racing Club Ferrol que encadenan su segundo descenso consecutivo. Una situación elevada al cuadrado en fastidio en la que el jugador ha querido detenerse y en un auténtico ejercicio de introspección no exenta de autocrítica recordar que hay emociones más allá del dorsal que porta a la espalda.

«Es hasta donde hemos llegado y hay que aceptarlo. Muy pocas temporadas en el fútbol te suelen tocar tan, tan, tan malas. Tan pocos momentos de disfrutar... El otro día hasta lo comentaba, que nos han suspendido ya tres partidos. Hasta en eso las cosas no se han dado», destacaba antes de dejar patente que ni la caída con el Amorebieta dolió tanto.

la losa

Negatividad contagiosa

«El año pasado fue la primera vez que descendí en mi vida, pero para nada las sensaciones eran estas y sabíamos que, más pronto que tarde, los resultados iban a llegar y así fue y lo luchamos hasta el final», explicitaba.

Porque, tal y como indicó Menéndez que la cabeza pesa ya más que las piernas, también deja patente Dorrío que esta es la gran losa en el vestuario: «Lo más difícil es el aspecto mental. Para nadie es una situación fácil y nadie se la imaginaba, pero es la que es y hay que aceptarlo. No queda otra», valoraba.

Pero, ¿ha habido unión o el pesimismo crónico ha hecho mella en el vestuario?: «El ruido en ese aspecto molesta porque para nada ha sido un vestuario así y se dicen muchas cosas en una situación muy complicada en la que lo normal sería que el vestuario explote porque el día a día es muy complicado. Te lo llevas a lo personal y a casa, pero en el vestuario no ha pasado», subrayaba.

«Centrarte en esta temporada y buscar algo positivo es muy complicado. Siempre nos quedamos con lo malo y ni mis compañeros ni yo nos hemos encontrado en ningún momento. Todo el mundo con la luz adecuada brilla y no ha sido así. Todos tenemos nuestra parte de culpa. Pero pararme a pensar dónde he estado más cómodo o lo que sea... es perder el tiempo», ahondaba restando importancia a su ubicación en la mediapunta en el último partido.

el juego

Sin gol no hay premio

«Creo que hemos tenido dos o tres momentos clave durante la temporada en los que la cosa hubiese podido ser diferente, pero no pudo ser y la dinámica ha sido mala durante todo el año», determinaba sobre un temporada que acabará como empezó para un equipo hundido todo el curso en el descenso.

La falta de gol, admite, es uno de los principales motivos, aunque no le corresponde a él analizar las causas de la sequía: «Ofensivamente cuesta generar y los datos lo dicen. No soy yo el que tiene que analizar ese aspecto, pero al equipo le ha costado y hay que hacer autocrítica», reflexionaba.

el lado humano

Ferrol para huir del pozo

Pero, más allá del dato está el relato personal de Dorrío: «En el mundo del fútbol y, en general, cada vez se escucha más hablar de salud mental. Es súper importante porque nos olvidamos que somos personas y esta situación duele. El año pasado fue mi primer descenso y lo único que quieres es no volver a repetir eso e intentas elegir el sitio correcto y aquí vine con la máxima ilusión y hay que lidiar con ello», confesaba. Y es que, aunque entiende la crítica, explicita que no está «nada de acuerdo con que el futbolista tiene que aguantar porque le va en el contrato». «Somos personas y el apoyarte en un profesional es importante», indicaba dando valor a la figura del psicólogo deportivo.

a malata

De fortín a purgatorio

Además, ante este ambiente viciado en el campo y el entorno, admite Dorrío que no es un alivio que queden todavía dos partidos en un fortín de la ría que pasó de talismán a purgatorio en menos de una temporada: «Te mentiría si te dijese que es todo color de rosa. Sentimos el enfado de la gente y lo negativo suele hacer mucho más ruido. Sales del estadio y por la calle y sigue habiendo mucha gente que te apoya y a la otra parte hay que entenderla, pero te mentiría si te dijese que es fácil jugar así. Es lo que nos hemos ganado, entre comillas», zanjaba el jugador que recaló en Ferrol huyendo de los demonios del descenso y acabó formando parte de un año infernal.