Fueron «fabricadas» en el siglo XIX para timar a coleccionistas incautos
22 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El fraude no es algo que hayan inventado los artesanos virtuosos falsificadores de los cuadros de Dalí, es un oficio que no nace con el siglo XX y los nuevos marchantes del arte. Es un negocio muy viejo. Y el prestigio de los museos, la vanidad de los coleccionistas y la carrera de las expediciones de arqueólogos y aventureros que se disparó en el XIX favorecieron la aparición de avispados e imaginativos mercachifles, siempre dispuestos a timar a incautos.
Lo acaban de comprobar en los inmaculados Museos Vaticanos, según informó ayer el diario Il Corriere della Sera, que cuenta que, entre sus incontables fondos y en sus salas egipcias, conservaban dos pequeñas momias que, acaba de descubrirse, fueron arteramente preparadas en el siglo XIX, momento en que la egiptología reinaba casi hegemónicamente, una auténtica momiamanía. De apenas 60 centímetros de altura, no han superado los rigurosos estudios a que ha sido sometidas en el último año al objeto de la restauración de una de ellas.
«Los análisis revelaron que están fabricadas con el mismo método y que presentan las mismas características», explica Alessia Amenta, responsable del departamento de Antiguo Egipto del museo y que dirigió los exámenes, con el profesor Ulderico Santamaria. El equipo concluyó que solo las vendas de las momias datan de época faraónica (2000 a.C.), aunque fueron recubiertas con un tipo de resina de procedencia europea.
También un rostro infantil representado sobre el sudario fue dibujado e impregnado de una resina amarilla para darle una apariencia dorada, antigua, una técnica inglesa típica del siglo XIX.
Un TAC realizado en un hospital a una de las momias ha revelado que el sudario no envolvía un cadáver infantil sino únicamente «una tibia humana, pero perteneciente a un adulto de época medieval. Un montaje perfectamente estudiado para engañar a coleccionistas imprudentes», apunta Amenta.