Desafíos de la cumbre de Doha

Ruth Abad ANTROPÓLOGA Y PROFESORA DE OBS BUSINESS SCHOOL

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Doha, la capital de Catar, cuenta con una población de 2,3 millones de habitantes.
Doha, la capital de Catar, cuenta con una población de 2,3 millones de habitantes. AMR ABDALLAH DALSH | REUTERS

26 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La humanidad llega a la segunda cumbre mundial sobre desarrollo social, que se celebrará este mes de noviembre en Doha, con el gran desafío de nuestro tiempo: Articular un pacto global renovado que asegure el bienestar para todas las personas en igualdad y no discriminación, con justicia social y en paz, y sin comprometer el futuro de las próximas generaciones en el planeta ni la vida del planeta mismo.

La necesidad de certezas en un mundo sometido a crisis continuas, a la inmediatez y a la desigualdad estructural requiere una gobernanza en común, con el uso de la diplomacia en la resolución de los conflictos, la mediación social e intercultural en aras de la convivencia en un espacio y un tiempo finitos. Esta cumbre, tras la que se celebró en Copenhague en 1995, debe ofrecer seguridad ontológica a un mundo en crisis.

En la dicotomía capital vs. vida, el desafío de los Estados consiste en comprender que el desarrollo sostenible se produce en comunidad, en interdependencia, y ello debe materializarse en la asunción de compromisos y en el desarrollo de un plan de acción para los próximos años. El planeta no es infinito y la especie humana tiene que transformar sus formas de ser y estar en el mundo para progresar en comunidad y afrontar los desafíos climáticos hacia un mundo en paz y sostenible.

Entre los desafíos de esta cumbre está el de asegurar el trabajo decente fortaleciendo el marco común; transformar el sistema productivo para el desarrollo social y sostenible. Replantear el papel de las transnacionales, las multinacionales y las pymes. Impulsar un modelo verde, circular e inclusivo.

La OIT apunta a la necesidad de un contrato social renovado, asentado en un marco sólido común y que continúe más allá del límite temporal del 2030. La polaridad suscitada requiere el compromiso de los estados para asegurar la confianza de las sociedades en las instituciones que deben velar por el sostenimiento de la vida en todas sus dimensiones.