Etapas iniciales
Los aspectos que precisan de revisión en primaria, ESO y bachillerato (o cualquiera que sea la denominación de estas etapas en el futuro) darían para un tratado, pero una de las claves la constituye la solidez de los docentes; se necesitan profesores honrados, dedicados, rigurosos y exigentes que sepan transmitir a sus alumnos conocimientos, valores y recursos en su proceso de madurez intelectual y personal; qué complicado lo tienen y qué poco reconocido es su trabajo en muchas ocasiones, ahora que, como con el «príncipe destronado» de Miguel Delibes, se pretende por muchos ignorantes que el alumno sea el rey y el profesor. Se trata de una figura a menudo cuestionada; esta aproximación, más bien esta moda, habría de revisarse con rigor).
Hacen falta muchos más profesores como Paco Crespo (responsable de que a un abogado de corazón como yo le encanten las matemáticas), Jaitos (la física no ha dejado de interesarme nunca) o Miguel Osende (decisivo para que mi nivel de inglés me haya abierto profesionalmente muchas puertas). Tengan en cuenta que la labor docente resulta de vital importancia en la universidad, y poca duda albergo sobre ello, pero en las etapas iniciales de nuestra educación (hasta terminar bachillerato) se torna esencial, pues hay personas que por una u otra razón no cursan estudios universitarios y no por esto deben verse privadas de una preparación y de una cultura sólidas que le brinden la oportunidad de un futuro laboral.