«Escaneamos las empresas, es como si les pasáramos la ITV»

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

XOAN A. SOLER

Trabajaba en control de calidad en el sector farmacéutico, que era su especialidad. Pero acabó dando el salto a la auditoría para ayudar a las empresas a lograr sus sellos de calidad y, desde entonces, Sandra Gil radiografía la pequeña y mediana empresa gallega desde dentro para detectar sus debilidades y sus fortalezas: «Adaptamos la ISO 9001 a sus necesidades, esa es nuestra filosofía»

22 dic 2019 . Actualizado a las 05:10 h.

Sandra Gil (Madrid, 1974) estudió Farmacia en su ciudad natal y después se especializó en cosmética en París. «Pasé allí tres años maravillosos, pero un día tienes que tomar una decisión, y yo sabía que quería volver». Y regresó, y no tardó en incorporarse al mercado laboral.

-¿Empezó en el sector farmacéutico?

-Seguí en el ramo de la cosmética, como directora de laboratorio y control de calidad. Pero el sector de la investigación en cosmética se limitaba a laboratorios pequeños, familiares, que iban cerrando, y no veía estabilidad, así que volví al farmacéutico como analista de datos en una multinacional en la que estuve ocho años.

-¿Cómo acabó en Galicia?

-Mi marido, Roberto Rodríguez, es gallego. Primero se vino él para Madrid, donde estuvimos once años, pero cuando llegaron los niños pensé que se abría otra etapa en nuestras vidas y consciente de la calidad de vida que hay aquí, que es mejor para tener hijos y poder conciliar, decidimos venirnos, y ya llevamos siete años. Yo al principio dediqué un par de años a los niños, mientras que él trabajaba en el sector petrolífero.

-Y se decidió por el emprendimiento y la auditoría de calidad. ¿Por qué?

-Él implantó la ISO 9001 en la empresa en la que trabajaba, y con la misma estructura logró que pasara de una facturación de 200.000 euros a casi 200 millones. Yo siempre estuve vinculada al campo de la calidad y la motivación principal en mi trabajo siempre fue la de dar algo más de lo que me pedían. Me metí de lleno, vino la crisis en el sector petrolífero y una inspectora autónoma de controles de calidad nos lo propuso. A los dos nos gustaba y nos complementamos muy bien, él con la documentación y yo, en la relación con el cliente. Nos ha costado salir adelante pero valió la pena, porque como reto personal es muy gratificante. Vives en la incertidumbre, pero aprendes mucho.

-Se habla mucho de la ISO 9001, pero, ¿en qué consiste el sello que ustedes ayudan a implantar?

-Es una norma de calidad de reconocimiento mundial; en realidad, una metodología de trabajo. Proporciona a los clientes una garantía y lo habitual es que las grandes empresas se la pidan a sus proveedores. Te proporciona una mejora de la organización interna y de los resultados, da prioridad a la satisfacción del cliente, hace hincapié en la formación y en la motivación del personal y en la mejora continua. La empresa lo puede hacer por su cuenta o echar mano de las auditoras, que somos como la autoescuela que te prepara para el examen. Nosotros adaptamos la ISO a las empresas, esa es nuestra filosofía, no cogemos una plantilla de corta y pega. Escaneamos las empresas, es como si les pasáramos la ITV.

-¿Quién realiza el examen?

-Hay entidades certificadoras que cada año auditan a las empresas. Son 29 en España. Bien implantada es muy práctica, porque corrige errores y se adelanta a los proyectos, además de abrir las puertas a los futuros clientes.

-¿Trabajan con algún sector en particular?

-No nos hemos querido especializar, pero es un servicio con el que trabajan, sobre todo, en el naval, en los transportes, en el sector de la formación... Una peluquería no lo va a necesitar, pero en el sector automovilístico o en el petrolífero es una garantía que cada vez piden más empresas porque da seguridad. Es una cadena, el que la tiene se la pide a sus propios clientes.

-¿Los empresarios son conscientes de que lo necesitan?

-Desgraciadamente, la mayoría llega porque alguien se lo pide o porque puntúa para una subvención. A mí el cliente que más me gusta es el que quiere diferenciarse y mejorar. El reto es hacerles entender el beneficio que supone.

«Hay que analizar por qué un cliente rechaza una oferta, ahí está la clave de los futuros éxitos»

Las empresas son a veces reticentes a ese escaneo interno, a que se someta a examen su organización. «Les decimos que nosotros somos los buenos, y que, a menudo, son cuestiones que ellos desde dentro no ven. Nosotros aprendemos mucho, pero ellos también, porque cuando verbalizan las cosas son conscientes de sus debilidades y de sus fortalezas».

-¿Cuáles son los principales errores de la empresa gallega?

-Son varios. Generalmente, no tienen tareas definidas para cada persona, hacen todos de todo, y es necesario repartir responsabilidades entre el personal. Por lo menos, que cada uno sea consciente de lo que tiene que hacer, eso mejora mucho el ambiente de trabajo. Otro error habitual es que no analicen por qué les rechazan sus ofertas, y a menudo es en las que se rechazan en las que está la clave de los futuros éxitos. Tampoco miden la satisfacción del cliente, dan por hecho que su producto es bueno y no se molestan en hacer una llamada y averiguarlo.

-¿Cree en las encuestas de satisfacción?

-A mí me gustan mucho porque a la gente le cuesta decir las cosas a la cara, pero la información que dan en esos cuestionarios aporta claves muy interesantes y hay que tenerlas en cuenta.

-¿En qué consiste el trabajo de RG Calidad?

-Los clientes pueden optar por una guía que les aportamos nosotros, que les enseñamos a hacer el recorrido y luego lo trabajan ellos solos, o por que les acompañemos durante todo el proceso hasta que pasen el examen, todo el año. Los auditores vienen a comprobar que esas medidas se están aplicando, no a ver que un mes antes te pusiste las pilas. No es solo un sello, es un trabajo de todo el año que si no se hace, luego puede ser demasiado tarde.

-¿Planes de futuro?

-Estamos haciendo también la ISO 14.000, que es la de medio ambiente, y la 27.001, de seguridad en la información. Nos gustaría complementarlo con otro tipo de clientes que necesitan otros servicios, como el financiero, el de márketing o el comercial. Y sobre todo, lograr ese cambio de mentalidad hacia la renovación continua; que los errores no son malos, que de ellos también se aprende.

Una senda desde las raíces al destino

El destino la acercó a Galicia por primera vez de estudiante, en unas vacaciones en las que salió con un chico del que se tuvo que despedir a los seis meses porque a ella le esperaba París, y a él, Londres. Pero años después se reencontraron en Madrid y él es hoy su marido, el padre de sus dos niños, su socio y el motivo por el que Sandra Gil se asentó en Vigo. Por eso cree en el destino, y quizás por eso también cada día disfruta más de las técnicas de crecimiento personal y de las herramientas de autoayuda: «Practico la meditación y la antigimnasia, que te ayuda a trabajar las emociones a través del cuerpo porque te permite explorar dentro de ti y descubrir que las dolencias son, muchas veces, emociones contenidas». En su equilibrio personal tiene mucho que ver también el triángulo en el que se mueve, entre Vigo, Madrid y Santa Pola, donde veraneaba de niña y donde tiene una casa a la que vuelve cuando puede: «Es como una conexión con mi infancia y adolescencia, es parte de mis raíces».