Más que médicos de animales

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira REDACCIÓN / LA VOZ

MERCADOS

Óscar Cela

La producción, la salud pública humana y el medio ambiente son otras salidas de la titulación de Veterinaria en el campus de Lugo; los estudiantes hacen prácticas desde primero

05 nov 2019 . Actualizado a las 16:30 h.

Es raro el niño o la niña que no adore a los animales. Tanto, que ser veterinario es una de las opciones más clásicas de la infancia. En la Facultad de Veterinaria de la USC, en el campus de Lugo, lo saben, pero también quieren resaltar que esta carrera es mucho más, tiene salidas muy diferentes.

Germán Santamarina, decano de la Facultad de Veterinaria, hace un rápido recorrido por las posibilidades que la carrera ofrece a los estudiantes: «Obviamente, está la salida clásica, lo que denominamos ser médico de los animales, y hay muchísimas opciones, desde centrarse en los équidos, en el ganado de producción o montar una clínica de animales exóticos; pero también hay otras salidas menos conocidas, como el control de la producción y la sanidad animal, que supone la gestión de las explotaciones ganaderas, pero también de la reproducción o nutrición de los animales, pasando por la inspección o la prevención de enfermedades. El tercer gran grupo es para la salud pública, cuando esos animales a los que antes me refería [granja] se convierten en alimentos, y el trabajo se hace en mataderos, supermercados, fábricas de procesado, bares y restaurantes, lonjas, pero también incluye casos de transmisión de enfermedades a humanos, el más conocido fue el de las vacas locas; y finalmente está el medio ambiente, que se dedica a los recursos marinos o los núcleos zoológicos.

Para formarse en un abanico tan grande de opciones, los veterinarios invierten cinco años en su grado. Y desde primero hacen prácticas, además de que pueden ser voluntarios en el hospital para labores auxiliares. Al principio (primero y segundo) se centran en los conocimientos básicos teóricos (bioquímica, bioestadística, inmunología, genética...), pero ya tienen anatomía patológica y eso les permite entrar en contacto con huesos y vísceras, por ejemplo. En tercero ya van al hospital Rof Codina, el centro de referencia de los veterinarios gallegos, y allí aprenden a manejar el diagnóstico por imagen (ecografías, TAC, resonancias..) con casos reales, y entran en el quirófano para aprender las técnicas de anestesia o cirugía. En cuarto abordan asuntos como la reproducción e inseminación, así como la obstetricia veterinaria, siempre se incluye un aspecto práctico. Y finalmente en quinto el último cuatrimestre es básicamente práctico. Tanto, que tienen 24 créditos específicos: unas cien horas en un rotatorio clínico en el Rof Codina, seis semanas en una actividad clínica con entidades con las que hay convenio y otras cuatro semanas en una explotación o fábrica que sea una experiencia no clínica pero sí práctica.

La ventaja de los cinco años de formación es que ya no tienen que hacer máster, ni siquiera en caso de dedicarse a la investigación. Por eso la facultad de Veterinaria no ofrecía hasta ahora ningún máster, porque no era necesario para ejercer. Sin embargo, el próximo curso coordinará uno interuniversitario (UdS y UVigo) de Xenómica e Xenética.

Durante los cinco años que dura el grado, los alumnos realizan numerosas prácticas con tejidos y animales, primero muertos y después vivos. | óscar cela

La tendencia actual en la profesión es la especialización: de internistas a traumatólogos

Un veterinario es el único profesional autorizado para recetar medicamentos a un animal, y a día de hoy en España puede encargarse de cualquier tipo. Sin embargo, esa no es la tendencia, que pasa por la especialización igual que en la medicina humana: «A nadie se le ocurre ir a un cardiólogo -apunta Santamarina- cuando tiene una afección en la piel, ¿verdad? Pues lo mismo va a pasar con los veterinarios».

¿Y cómo se especializa un veterinario? Con una diplomatura, que exige tres años de estancia médica con un tutor y un examen muy riguroso de sus capacidades y conocimientos. Se desarrollan en Europa, y un colegio de especialidades veterinarias reconoce su titulación, pero por ahora esta no es institucional en España.

Becas y programas

Todo el proceso es similar al mir, aunque en este caso el estudiante no cobra, al contrario, suele pagar, si bien las instituciones que ofrecen esta formación suelen tener becas y programas especiales para facilitar la especialización del veterinario. Una vez con el título bajo el brazo, si trabajan por Europa adelante optan a un sueldo más alto que el veterinario «general», mientras que en España lo más habitual en estos momentos es que abran una clínica propia.

¿Y qué especialidades hay? De lo más variado: medicina interna, cardiología, traumatología, neumología, oftalmología, oncología... Esta claro que a los humanos nos preocupa cada vez más la salud de nuestros animales, ya sean mascotas o las redes de una explotación.

«Los dueños ya piden especialistas»

La pontevedresa Isabel Rodríguez Piñeiro es veterinaria especialista en medicina interna en uno de los hospitales de animales más punteros de España, el Puchol, de Madrid. Allí atiende a perros y gatos, pero no de cualquier cosa: «Veo desde insuficiencias renales hasta tumores endocrinos, asma o enfermedades inflamatorias crónicas, al estilo del Crohn humano», explica esta experta que realizó sus estudios de diplomatura en Lyon. «En Europa es muy habitual que un veterinario se especialice», algo que poco a poco se hace aquí. Y es que la demanda así lo exige: «Los dueños de las mascotas ya piden especialistas» porque, dice, la gente tiende a tratar al animal de compañía como a un miembro de la familia y quiere la mejor atención. Lo que se ve menos es tener un seguro de salud animal: «En Francia, donde trabajé diez años, el 60 % de los animales de los clientes del hospital estaban asegurados, y en Reino Unido es el cien por cien. En España sigue siendo algo muy puntual». Entiende que es cuestión de tiempo que ocurra y que se generalicen como en el resto de Europa. Ante la pregunta de hasta qué edad se puede operar a un perro, Rodríguez lo tiene claro: «Ahora mismo yo tengo a uno de los míos [es dueña de tres, «familia numerosa», dice con humor] en el hospital porque le quité la vesícula, y tiene 14 años».