Una plaza de toros en la taberna

Xosé Carreira LUGO / LA VOZ

VILALBA

La llegada de la tele fue toda una revolución en Casa Mariano de Pígara

09 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La llegada de la tele a Casa Mariano fue todo un acontecimiento en Pígara. Sería faltar a la verdad decir que fue la primera que llegó a la parroquia. «A primeria foi a que trouxo o crego», asegura Faustino López Seijas, el hombre que estuvo vinculado, junto a su esposa Marisa Piñeiro, a la taberna que creó su padre en el año 1955 y que desde hace unas semanas ya es historia.

No es mentira asegurar que el televisor que se instaló en la cantina fue de los primeros de la zona. Llamó tanto la atención como la de la llegada del hombre a la luna. «Foi unha Kastell que puxeron en marcha os Irmáns Pichín de Vilalba», recordó Faustino, hombre que demuestra tener una memoria que ya quisiéramos muchos.

La tele convirtió a Casa Mariano durante muchas tardes en una auténtica plaza de toros. Por aquel entonces, la retransmisión de las corridas tenía tantos adeptos en la parroquia como hoy un partido entre el Barça o el Madrid (o al revés). El hijo del promotor de la taberna recuerda aquel acontecimiento como si fuera hoy. «O local era unha praza de touros. Tiñamos que ir colocando sillas en círculo para acomodar á xente e permitir que todos puideran ver», recordó. El personal, entre neto y neto de vino, iba jaleando las filigranas del torero.

Si los toros suscitaban un interés especial, las veladas de boxeo no se quedaban atrás. «Tivemos que levantarnos ás cinco da madrugada para abrir. Os clientes querían ver as pelexas entre o puxil estadounidense Mando Ramos e o español Pedro Carrasco. Cando loitaban en España todo ía ben, Ay, pero cando era do outro lado, a diferencia horaria matábanos!. Tiñamos que ergernos ás cinco e poñer o aparello a funcionar», recordó Faustino.

No era para menos lo que sucedía en Casa Mariano porque las peleas entre esos dos hombres paralizaron a todo el país. Era el año 1971. Los dos púgiles se enfrentaron en tres ocasiones. La primera fue en Madrid y acabó, cuentan las crónicas, con un escándalo morrocotudo porque el árbitro descalificó al americano por darle un golpe bajo a Carrasco, que cayó en varias ocasiones. Después se pelearon en Los Ángeles y ganó el de casa por puntos. Hubo repetición en Madrid y volvió a ganar Mando, pero supuestamente peleó dopado.

Faustino recuerda que el fútbol de los domingos por la noche también llevó mucho público a su cantina. Entusiasmaba especialmente a los más jóvenes que ya llegaban a la taberna horas antes para echar unas partidas en el futbolín.

Las actuaciones musicales también despertaban gran interés en la parroquia. Muchos iban a Casa Mariano para ver las actuaciones de Manolo Escobar y otros conocidos artistas que, en los tiempos de Franco, solían actuar en un festival benéfico que se celebraba poco antes de la Navidad. Lo retransmitía la televisión nacional y era todo un acontecimiento en la taberna.

La televisión fue acogida en la cantina con todo tipo de comentarios. Faustino y Marisa, los responsables del establecimiento, recuerdan especialmente el caso de un vecino que se enfrascaba con los anuncios. «Cada vez que saía o que anunciaba os televisores Zenith, resulta que tamén aparecía un cervo para demostar a boa visión do animal. Entón o viciño resulta que sempre decía: Mirade, mirade, mirade como brinca o cabrito!».

El establecimiento fue el escaparate de las novedades, tanto en materia de comunicaciones como de productos. Allí llegaron las primeras galletas Artiach que llegaban en cajas de lata y se vendían a granel. Eran deliciosas. Ganaron a las de Basilio Barreal que ya se elaboraban en Sarria en los años cuarenta.

En Casa Mariano también cautivó el sabor del salchichón de Abella, hecho en Lugo. «Xamais na vida hubo outro así. E iso que dicían que era feito con restos de vacas vellas», dijo Faustino.