Los dos únicos jóvenes de Portomarín que conservan la tradicional pesca de la anguila: «Toleamos polo río»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA PORTOMARÍN / LA VOZ

PORTOMARÍN

Los dos hermanos se confiesan enamorados de la pesca de anguila en caneiro
Los dos hermanos se confiesan enamorados de la pesca de anguila en caneiro OSCAR CELA

Dos jóvenes hermanos de Portomarín continúan con la antigua tradición de ir al caneiro

20 abr 2021 . Actualizado a las 17:03 h.

Cuando el pueblo de Portomarín todavía se encontraba a la orilla del río Miño, la mayoría de sus vecinos vivían de la pesca de anguilas. Tan fuerte era su peso que se convirtió en una tradición identitaria de la localidad lucense. Tras el anegamiento de la vieja villa, los caneiros, que son las construcciones desde donde se pesca, quedaron bajo el agua y los vecinos se vieron obligados a abandonar la histórica actividad. Varias generaciones después, los que todavía aprovechan para pescar cuando el embalse está bajo son solo unos pocos, que lamentan la pérdida de la tradición. Pero los hermanos Adrián y Nicolas Vázquez son la esperanza del pueblo. Estos dos hermanos, de 28 y 14 años, son los únicos jóvenes que van a pescar anguilas. Lo hacen por gusto, pero también conscientes de que es algo que identifica al pueblo y a ellos: «Levámolo no sangue», sentencia el pequeño.

Nicolás, de 14 años, fue a pescar toda la noche por primera vez esta temporada, que acaba de terminar en febrero. Las condiciones de la pesca de anguila son «moi duras», ya que uno va al caneiro a última hora de la tarde y se queda allí hasta las seis de la mañana cuando viene una riada con fuerza, pero eso no es impedimento para Nicolás. Aun así, el «gusanillo» de las primeras veces no quita el miedo a que una gran riada pueda ponerlo en una situación de peligro. «A min encántame; cando estou cos meus amigos, só falo diso e dinme que aprenden máis comigo que nas clases», cuenta orgulloso, «pero ao mesmo tempo non os podo levar ao caneiro por se non o toman en serio e pasa algo», añade. El joven, a pesar de heredar la pasión por el río, detalla con tecnicismos cómo están hechos los caneiros y cuáles son las herramientas que se emplean para pescar. Esos conocimientos los aprendió con una fórmula tan sencilla como «falar cos vellos».

Adrián, de 28 años, lleva yendo al caneiro junto a su padre desde los 11. Habla de la pequeña construcción como «un piso de solteiro» porque para pasar la noche llevan mantas, comida y bebida y mientras están pendientes de que las redes hagan su función con las anguilas, es como una noche de fiesta juntos. La fuerza del río tan solo jugó una vez una mala pasada a Adrián, cuando una crecida repentina lo tiró al agua y lo arrastró varios metros, aunque finalmente no le pasó nada. Ambos confirman que, además de con su padre, se lo pasan bien cuando van a pescar juntos, «aínda que Adrián sempre me quita o mellor sitio para durmir», bromea Nicolás.

«En toda esta tempada só collemos nove exemplares»

Los hermanos son conscientes de que ser los únicos jóvenes que todavía van a pescar, e incluso casi las únicas personas. «Dá mágoa, porque así a tradición acabarase perdendo e non pode ser», sentencia el pequeño, que admite que le encantaría vivir en el viejo Portomarín, en aquel momento donde se vivía de la anguila: «imaxínate levantarte e estar xusto no río». Es Nicolás el que tiene más claro que seguirá pasando noches en el caneiro. Adrián, aunque se diga a sí mismo que no, también continuará, pero ya está desilusionado. «O mellor é ir coa familia e cos amigos, pero cada vez somos menos», explica por su parte.

«Recordo levantarme sendo pequeno, cando aínda non me deixaban ir, e ver toda a bañeira chea de anguías. Agora nada diso ocorre», cuenta Nicolás. La pesca en Portomarín ha cambiado en todos los sentidos, también en las cantidades. Hace años que el convenio firmado con la Xunta de Galicia obliga a guardar las cinco anguilas primeras que se pescan para repoblar, pero aun así, «este ano en toda a temporada collemos nove; imos moitas noites que volvemos sen nada». Antes del caneiro de Nicolás y Adrián hay otros 14 o 15, por lo que en ocasiones el resto de pescadores ya se quedan con las primeras anguilas, pero aun así, la mayoría ya no los se utilizan. Los hermanos admiten que la pesca de anguilas es la más especial.

Todos los fines de semana mientras el embalse está lleno y el agua cubre y mantiene operativos los caneiros, se ponen el traje y se pasan la mañana pescando truchas. «Gústame ir xa ás seis da mañá o sábado; toleo polo río», reconoce sin pudor Nicolás, que lo mismo le da verlo con el caudal lleno o muy bajo. Siempre satisface su pasión.