A la desembocadura del río Ladra se llega desde Rábade cruzando la corriente y ganando la aldea de Martul. Pero también es posible hacerlo desde el otro lado, partiendo de la Casa do Concello de Outeiro de Rei por pista asfaltada que se estrecha pero sin que ello deba preocupar. Poco a poco se arrima al Miño, y ya cerca del final marcha como quien dice pegado a él para irse a morir a las cercanías de una magnífica área recreativa.
Además de un molino convertido en residencia privada, en un mínimo altozano se alza el templo de Santa Isabel. Ese es el otro punto desde el que se admira la unión del Ladra con el Miño. En un rasgo de humildad que le honra, el Ayuntamiento de Outeiro de Rei dice que esa iglesia «non é un gran monumento, pero ten o encanto do lugar onde se atopa. Practicamente arruinada pola incuria, foi restaurada recentemente». Incluso el mapa oficial 72-II del Instituto Geográfico Nacional dice que está en ruinas.
De todas maneras, es posible seguir más allá, pero ya no en coche, sino en bicicleta de montaña o bien caminando. Del templo se abre a la izquierda una pista de tierra, no muy ancha, que invita a caminar porque, como es lógico, ignora por completo qué son los desniveles. O sea, cómoda para ir acompañado de niños. El paseo no es muy largo y va recorriendo un paraje totalmente salvaje, olvidadas las especies arbóreas invasoras. Otro lujo.