José Fiz: «Pásoo moi mal porque non sei nin usar o caixeiro»

U. CARRERA / C. ELÍAS / A. G. CHOUCIÑO O PÁRAMO / LA VOZ

O PÁRAMO

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Usuarios de banca explican las dificultades que se encuentran a la hora de hacer gestiones bancarias

31 ene 2022 . Actualizado a las 19:53 h.

En el 2018, la única sucursal bancaria que funcionaba en el concello de O Páramo cerró las puertas para sus 1.347 habitantes. Primero, de manera íntegra, pero unos meses después la entidad destinó a un agente que atiende al público los jueves de 12.00 a 14.00 horas. Ese período de tiempo es siempre aprovechado por José Fiz, un vecino de 70 años que afirma que lo pasa «moi mal» con las gestiones bancarias. Este lucense jubilado cuida de su mujer discapacitada, por lo que es quien tiene que ocuparse de todos los trámites.

«Nós non temos internet na casa nin utilizamos móbiles, así que cando pechou a sucursal, que era a do meu banco, a única opción era desprazarme a Portomarín», cuenta. Prácticamente cada semana, José se traslada 14 kilómetros para poder ser atendido por una persona. Para este vecino de O Páramo, hacer gestiones a través de la banca electrónica es «inviable», porque nunca ha utilizado un ordenador. De hecho, tiene un hijo de 42 años, pero como no se ocupa de las gestiones bancarias de la familia, tampoco puede ayudar a su padre. «Non sei nin empregar o caixeiro, nunca utilicei tecnoloxía e agora tampouco teño quen me explique como funciona. Ademais, padezo artrite e cústame moito usar teclas», explica. José, como muchos otros, necesita un trabajador que le ayude a hacer el propio trámite y a entender documentos o facturas. «Polo momento, a nós nas oficinas do agro non nos obrigan a facer algunhas operacións no caixeiro», agradece. Sin embargo, apunta que cada vez los servicios se recortan y son menos accesibles: «Nestes dous anos pecharon dúas sucursais do meu banco, reduciron os horarios e obrígannos a usar máquinas, como a de pedir cita, que non sabemos empregar». Unos cambios que «dificultan» un «servizo básico».

C.E.

«Hay trámites que son difíciles de realizar en el cajero»

La «incomodidad» que supone para los mayores hacer operaciones bancarias habituales del día a día es la mayor crítica del matrimonio ferrolano integrado por Alberto Blanco, de 74 años, y Fina López, de 71. Están «totalmente de acuerdo» con la campaña Soy mayor, no idiota, puesta en marcha por un jubilado para luchar contra la deshumanización de los bancos, especialmente en lo que respecta al trato con los clientes de mayor edad, y reivindica que exijan el cumplimento de sus derechos. «Para nosotros hay trámites que son difíciles de realizar en el cajero», reconoce Alberto, a lo que Fina expone su «oposición» a que se siga avanzando en las trabas para la atención personalizada. Afirman que en alguna ocasión han necesitado la ayuda de algún hijo. «Para hacer una transferencia o gestionar el pago de R, me acuerdo así por ejemplo, tuvieron que ayudarnos. Para nosotros, desde luego, es una incomodidad», incide Fina.

Comentan que se han adaptado al cajero para operaciones como sacar dinero, pero no ven factible herramientas como la aplicación del móvil. «Ni la quiero, sería muy difícil», reitera Fina. Alberto señala que no van con asiduidad al banco y, cuando lo necesitan, intentan siempre hacer las operaciones en el cajero, pero pediría facilidades para solicitar ayuda cuando la necesitasen.

«Nosotros hacemos más o menos siempre todo en el cajero, pero tienen que entender que hay momentos o cosas que son más complicados», advierte. Señala que son bastante autosuficientes y por ello no es tan habitual que acudan a la ventanilla, pero destaca que cuando lo han necesitado nunca se ha encontrado con un trato poco respetuoso.

ANGEL MANSO

«Sentes impotencia de non poder acceder á conta»

La iniciativa ha conseguido que muchas personas reflexionen sobre el nuevo escenario que ha dejado la crisis sanitaria. «Parécenos moi acertada esta iniciativa para que dunha vez por todas se tomen cartas no asunto e non haxa un apagón financeiro», sostiene Ramiro Otero, portavoz de la asociación de vecinos Castrillón-Urbanización Soto IAR y jubilado.

Este coruñés sostiene que «hai moita xente maior que non pode acceder a internet para facer as súas xestións. Daquela teñen que estar pedindo favores a familiares ou facendo colas chovendo para poder acceder incluso aos seus propios cartos».

En este sentido, Otero considera que se debe tener en cuenta que en Galicia existe mucha población envejecida que no dispone de formación tecnológica. «Xa non existe a atención e cercanía que había antes nos bancos», lamenta. Además, en el caso de su barrio, O Castrillón, indica que tienen el problema de la orografía y que al final tienen que pedir a terceros que los acerquen hasta la oficina más cercana. «Para baixar pode que non supoña moito esforzo, pero subir, desde logo, é toda unha aventura para os veciños maiores».

Por otra parte, destaca que los nuevos horarios de atención no son suficientes. «Temos coñecemento de xente que chega á oficina para pagar un recibo da luz, da casa... atópase con que só atenden de 8.00 a 9.00 horas, e se chegas as 9.01 horas xa non cha xestionan», lamenta. Añade que tampoco es sencillo usar los cajeros sin ninguna ayuda: «Son difíciles de entender e non todos os caixeiros teñen as mesmas prestacións. Algúns non deixan pagar recibos ou recargar a tarxeta do autobús. Tes que buscar outro que teña ese servizo. Ao final sentes impotencia de non poder acceder á túa conta».