Lugo se confina en familia: compras, paseos y bares con poco ambiente

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

La primera jornada del cierre perimetral dejó la estampa de un sábado a medio gas

02 nov 2020 . Actualizado a las 11:34 h.

Desde el viernes a las tres de la tarde los habitantes del municipio de Lugo están confinados perimetralmente. No pueden salir de los límites del concello, pero sí disfrutar de él. Y a eso se dedicaron ayer muchos: a vivir una jornada tranquila en familia, descansando y haciendo tareas pendientes.

Si uno se acercaba a media mañana a la Rúa da Raíña, podía ver que la calle estaba llena de gente. Familias paseando, niños luciendo sus mejores galas de Halloween, gente de compras, patines y bicicletas. Como un sábado cualquiera de otoño, solo que con más distancia y menos interacción social. Los saludos, de pasada, aunque siempre hay quien prolonga la conversación.

A orillas del Miño la estampa tampoco variaba mucho de la habitual: mucha ropa deportiva fluorescente, carreras, bicicletas, perros y mascarillas. Unos por la mañana y otros por la tarde, pero todos intentando disfrutar de un día de descanso dando un paseo cerca del río, o sudando la camiseta.

Si uno quería comprar pescado a mediodía en la Praza de Abastos, tenía que ir armado con paciencia, puesto que muchas familias optaron por los productos del mar para sobrellevar mejor este arresto municipal con el que se intenta parar los pies al coronavirus. Bien diferente era la estampa de la parte de abajo de la plaza, donde el mercado de las flores apenas tuvo ni clientes ni vendedores.

Más sorprendente podía resultar la foto fija que ofrecían la zona de los vinos y la Praza Maior a mediodía. Con muchos lucenses sin poder irse a segundas residencias ni las aldeas, cabía la posibilidad de que las familias decidiesen pasar un rato tomando una caña y una tapa, pero lo cierto es que solo un puñado de bares tenían algo de ambiente. Claro que el día tampoco ayudaba, puesto que poco antes de las dos de la tarde la lluvia amagó con hacer acto de presencia.

El que más y el que menos, intentó sobrellevar la jornada con tranquilidad y hubo quien la aprovechó para darle un lavado a fondo al coche. Por la tarde, la ciudad ya se apalancó y apenas se vio gente por las calles. El día tampoco invitaba.