«Es un punto de esperanza en sus vidas»

maría m. guntín / m. c. LUGO / AGENCIA

LUGO CIUDAD

María M. Guntín

Una de las dos máquinas antigravitatorias que hay en Galicia está en el Fluvial y ayuda a enfermos neurológicos

11 oct 2018 . Actualizado a las 14:00 h.

Serafín Ortigueira es un fisioterapeuta coruñés especializado en neurología, aunque también se dedica a la rehabilitación en la medicina deportiva. Bajo el nombre de Cefine, él y 25 profesionales más trabajan en las instalaciones del Club Fluvial de Lugo desde abril del año 2018.

-¿Por qué fisioterapia neurológica?

-Abrí un centro en Culleredo en el año 2002 dedicado a la rehabilitación neurológica. Notamos que teníamos muchos pacientes que iban desde Lugo a recibir sus tratamientos y caímos en la cuenta de que no había ninguna clínica especializada. Los pacientes nos lo pidieron y cubrimos una necesidad. Por casualidad conocí al presidente del Club Fluvial, Tito Valledor y me dijo que al Fluvial le faltaba un centro sanitario.

-¿Qué tipo de pacientes tratan?

-Personas con ictus, ataxia, párkinson, niños con parálisis cerebral, personas que han sufrido traumatismos o esclerosis. Al final, siete de cada diez pacientes son neurológicos pero también hacemos rehabilitación en el ámbito deportivo.

-Tienen una máquina antigravitatoria que es el punto fuerte de las instalaciones.

-La máquina Alter G es una innovación, esta es la segunda en Galicia y cuesta 50.000 euros. Los pacientes van dentro de una bolsa que les llega hasta el ombligo y que se cierra con el pantalón, que también es especial para engancharse a dicha bolsa. Entonces, la máquina insufla el aire que tú le pongas y eso hace que te suspenda. Puede desgravitar hasta un 80% del peso. Está patentada por la NASA.

-¿Cuáles son sus usos específicos?

-Se puede usar para lesiones que están inflamadas y duelen al correr porque la máquina elimina ese sufrimiento. Esto permite que si una persona se está recuperando de una tendinitis, mientras no se regenere puede seguir entrenando y corriendo. Los equipos profesionales como los de la NBA tienen, al menos, una máquina como esta.

-¿Y para los pacientes neurológicos?

-A muchos pacientes neurológicos les cuesta caminar pero dentro de la bolsa, al reducir el peso

de su cuerpo, pueden andar con menos esfuerzo.

-¿Y cuál es la mejoría de los pacientes que usan la Alter G?

-Empezamos a trabajar con una persona con una enfermedad degenerativa y genética de la médula espinal que movía poco las piernas e iba en silla de ruedas. Iba a Coruña una vez a la semana pero, desde que estamos en Lugo pudo aumentar las sesiones hasta dos. Empezó a trabajar en mayo y, durante sus sesiones de fisioterapia, utilizamos la Alter G siempre durante los últimos 15 minutos. Ahora tiene más resistencia y recorre más distancia. Hemos puesto un punto de esperanza en su vida.

-¿Y las consecuencias a nivel psicológico?

-A los pacientes neurológicos les cuesta mucho caminar y lo hacen agarrados a alguien. Aquí se agarran a la cinta y notan cómo les flotan las piernas. Esta máquina es abrir una ventana de esperanza que demuestra que la tecnología y la innovación siguen siendo una apuesta obligada para centros de fisioterapia como el nuestro. No se puede escatimar en esto. Nosotros en el último año hemos invertido más de 70.000 euros y hemos visto que hay muchos resultados.

-¿Comparten el mismo espacio los pacientes neurológicos y los que van a rehabilitación deportiva?

-La parte psicológica de tener en un mismo sitio a deportistas y pacientes neurológicos les aporta perspectivas a ambos. Para un deportista de primera que está lesionada es una gran impresión ver a una persona que ha tenido un accidente de coche y está en silla de ruedas. Se hacen reflexionar mutuamente y en este espacio los roles quedan en un segundo plano porque ambos son pacientes.

-¿Trabajáis con niños?

-Aquí en Lugo vamos a empezar a tratarnos este trimestre. En el centro de Coruña hemos comprobado que es muy bueno que niños y mayores interactúen. En Coruña hay niños que empezaron de bebés y que siguen en tratamiento aunque ya van a la universidad. El bebé más pequeño que atendimos tenía tres días y no se le había caído el cordón umbilical.

-Hay una gran demanda. ¿Os planteáis abrir el centro todos los días de la semana?

-Casi no podemos atender a toda la demanda. En noviembre esperamos poder abrir todos los días. Atendemos una media de nueve pacientes al día. No solo son pacientes neurológicos, también atletas de élite, deportistas del Club Fluvial e incluso futbolistas.

-¿Y aumentaréis también los tratamientos?

-Queremos empezar con la logopedia y la terapia ocupacional para completar nuestra carta y esperamos hacerlo pronto.

-¿Cuánto duran las terapias?

-Mínimo una hora, aunque algunas se prolongan. Sobre la frecuencia, hay pacientes que acuden dos veces a la semana y otros lo hacen todos los días. Por ejemplo, con un ictus en la fase aguda es muy importante la rehabilitación intensiva.

-Y para los que van todos los días al centro, ¿el precio no supone un problema?

-Normalmente los pacientes no pueden pagarse todo el tratamiento que necesitan porque algunos son de por vida, como por ejemplo la ataxia. En casos de ictus pueden durar años.

-Diría que hacen una labor sociala, entonces.

-Trabajamos con personas que tienen tumores cerebral y que están en la última etapa de su vida. Lo hacemos para mejorar su calidad de vida. Es importante que nos adaptemos a los objetivos de cada paciente. A veces hay que bajar las expectativas. Es horrible que pierdan su intimidad por la dependencia que tienen y trabajamos para ello para que puedan mejorar.

-¿Qué es lo más satisfactorio?

-Esto es un trabajo muy vocacional. Yo siempre pensé que me iba a quemar más porque los objetivos que vas cumpliendo con los pacientes son muy lentos. A veces, todo el trabajo en el centro se pierde por una caída. El cariño y la ilusión de los pacientes es tan grande que impresiona ver el ambiente en la clínica.

-¿Tratan casos de Alzhéimer?

-A través de la estimulación y ayudando también a sus familiares. Si lo cogemos en una fase inicial el paciente suele negarlo, un mecanismo natural de supervivencia. Tenemos que hacer más pedagogía y educar a la sociedad.

-¿Cómo es trabajar con las familias?

-Con ellas hacemos un gran trabajo porque al final no tratamos a un paciente, lo hacemos con una familia entera. Queda mucho por enseñar sobre los problemas neurológicos.