El 2 de marzo, avisados por otra vecina, acudieron al lugar agentes de la Policía Local. Comprobaron, se dice en el escrito de acusación, que había basura y excrementos esparcidos por el solar. El perro estaba atado con una cadena de unos cuatro metros de largo, fijada en el medio del solar, sin recipientes para la comida y la bebida.
Este caso pone de relieve un problema que, al menos hasta no hace muchos años, apenas tenía tal consideración. En muchas casas del entorno rural de Lugo había perros sujetos con cadenas, que pasaban el día en una pequeña superficie de terreno rodeados de sus propios excrementos. Otra cosa es la alimentación, que, en la mayoría de los casos, se producía con regularidad y en no pocos casos con abundancia. En las inmediaciones de la Muralla hubo durante años un perro preso en un terreno, en condiciones más que discutibles.