Soplo de ilusión

EMILIO R. PÉREZ DESDE EL ALTO

LUGO

17 dic 2025 . Actualizado a las 19:21 h.

Se ha muerto el calvo de la tele. El de la Lotería de Navidad. Sí, falleció, al parecer, hace más de un año en algún lugar de Gran Bretaña, sólo con lo puesto y olvidado. Me enteré días atrás por un artículo de Ferrer i Basadre en este Diario. Este año compré mi número en La Admón. nº1 de la Avda. de A Coruña. Me pilló de paso. La verdad, hace ya un montón de años que la cojo donde cuadra. Nunca fui un fan total de la Lotería de Navidad, pero desde que Clive Arrindell, que así se llamaba, dejó de soplar polvos de ilusión a través de la pantalla de nuestras casas, lo soy menos. Ya saben, lo justo para responder a cargos. Sólo eso. Entró en nuestros hogares allá por el 98, y a lo largo de ocho años visitándonos regularmente uno tras otro, consiguió revitalizar en mí aquel espíritu navideño casi extinto desde tiempo inmemorial. Aquel tan añorado de cuando crío en que las voces cantarinas de los niños se filtraban desde la del Marcial y otras radios hogareñas por todo el barrio, y a lo largo de la mañana la Calle Chantada entera era algo así como la música de un gran carrusel.

Luego fui enterándome de que hay maniobras más enfocadas al asunto de la oferta y la demanda que a la ilusión de la Navidad y todo fue enfriándose… Hasta que él llegó. Y fue entonces que volví a creer, a ilusionarme con sus polvos mágicos, a embriagarme del espíritu de esas fechas con el hasta entonces medio ignorado décimo de Navidad. El año en que dejó de amenizarnos , 2006, la gente comenzó a olvidarle, pero yo no. Yo empecé a languidecer, a echarle por diciembre mucho de menos y a enfriarme con aquel frío que ya traía conmigo cuando le comencé a conocer. Y ahora que llegadas ya estas fechas, observo que se ha muerto, mi sequía emocional por dentro ya no tiene vuelta atrás. Se fue sólo con lo puesto, y olvidado, como suelen irse los ángeles sin techo. Mi corazón es un erial inmenso. Oh, Dios, podían habérselo callado.