Raposa, la perra de tres patas que querían eutanasiar y que conquistó a la veterinaria que la atendió

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

LUGO

Óscar Cela

Jahel, que trabaja en el hospital veterinario HA de Lugo, se hizo cargo de la perra después de que esta sufriese un accidente con una desbrozadora

16 feb 2022 . Actualizado a las 16:59 h.

Lo de Raposa y Jahel es una historia de amor verdadero. La primera es una Beagle de apenas un año de edad que llegó al Hospital Veterinario HA de Lugo y se encontró de lleno con la segunda, que se transformó en su ángel de la guarda para, junto con otras compañeras de la clínica, poder salvarle la vida. Los antiguos dueños del animal lo llevaron al veterinario tras sufrir un accidente con una desbrozadora que le destrozó las dos patas traseras. Como resultado, una amputación en una y una fractura grave en la otra.

Ahora, Raposa no se separa de su compañera de vida, Jahel López González, que nos cuenta su historia: «La perra estuvo ingresada dos meses y medio porque además de la pata amputada, tenía otra fracturada y nos queríamos asegurar de que esta curaba bien para que lograse cierta independencia. Pasó por varias intervenciones y, desde hace un mes, tiene una vida normal», explica la joven a las puertas de la clínica veterinaria en la que trabaja. Mientras, Raposa corre como un galgo, camina sin dolor y hasta sube escaleras.

Sin embargo, los antecedentes son bastante tristes. Su antiguo dueño le pasó con la desbrozadora por las dos rodillas, causándole también una grave infección. Cuando los especialistas le dijeron que tenían que amputarle una pata decidió que no la quería y pidió la eutanasia: «Le dijimos que no. Los veterinarios habíamos decidido que se podía salvar y entonces, la perra solo tenía 8 meses», explica Jahel, que también comparte su vida con otro Border Collie y un gato.

Raposa se ha recuperado después de que le fracturasen las dos patas y amputasen una por un accidente con una desbrozadora
Raposa se ha recuperado después de que le fracturasen las dos patas y amputasen una por un accidente con una desbrozadora OSCAR CELA

Una perra buena y cariñosa

Además, lo suyo con Raposa es amor verdadero. La perra es buena, cariñosa y un sinfín de calificativos más. Tanto es así que ya se ha ganado a todos los pacientes que acuden al hospital, puesto que con asiduidad ella es la «portera» del centro. Jahel explica que, cuando puede, la lleva consigo, y decae en Raposa la responsabilidad de dar la bienvenida a todo el que entra. «Intenté buscarle dueños, pero aunque hubo muchos interesados... parece que estábamos destinadas», comenta la profesional.

Aunque inicialmente valoraron ponerle una prótesis en la pata amputada, finalmente decidieron no hacerlo: «Son rígidas y pueden hacer que la perra esté incómoda e incluso coja. Así, ejercita la pata. Y corre como una gacela», añade.

Casos habituales

Por desgracia, Jahel explica que casos como los de Raposa son bastante frecuentes. «Esta es una profesión complicada y a priori, la eutanasia puede parecer algo fácil. Sin embargo, es el veterinario el que decide y a veces, el sufrimiento es una fase temporal que permite que los animales se curen, igual que la gente. Si algo es irreparable, tenemos que optar por ella, pero lo que no se puede es eutanasiar un perro a la mínima de cambio», reflexiona.

Además, Jahel también quiere lanzar un mensaje de concienciación a la población: «Cuando tienes una mascota debes tener en cuenta que no solo haces frente a tratamientos preventivos como vacunas o desparasitaciones. También le puede pasar algo, un atropello, que coma lo que no debe... Y eso conlleva unos gastos y tiempo, que necesitas para cuidarla y estar con ella. Por desgracia, lo vemos mucho», añade Jahel.

Un equipo de 20 personas que atiende urgencias las 24 horas del día y los 365 días del año

Los días en el Hospital HA, el que trabajan una veintena de profesionales, son intensos. «Siempre tenemos animales ingresados porque estamos las 24 horas. Tenemos que trabajar con ellos, saber lo que les pasa, qué alimentación hay que darles, las cirugías, pasamos consulta... Aquí cada día es diferente y cada caso y cada animal, un mundo. Por eso no tratamos a dos de la misma manera. Tienes que adaptarte muy rápido a ellos y siempre descubres que todos son un encanto. A veces te quedas más de la cuenta porque te implicas mucho. Esto es vocacional y les dedicas el tiempo que ellos necesiten», narra Jahel.

A ella, que le gustan los animales desde siempre, Raposa le ha conquistado al menos la mitad del corazón. Y es recíproco, porque ya son inseparables. Por el momento, lo que parecía una casualidad se ha convertido en un bonito destino para las dos.