Creer y querer

Miguel García LUGO / LA VOZ

LUGO

Eddy Kelele

23 ene 2022 . Actualizado a las 22:18 h.

l Lugo saltó al césped de Montilivi con los deberes hechos. Como ese estudiante que aprueba un examen difícil con tan buena nota que el siguiente, aunque no llegue al cinco, ya tiene aprobado el trimestre. Además, con el regusto de esa gran actuación. Porque un partido no empieza cuando el colegiado ordena con su silbato el inicio del mismo. Lo hace justo cuando finaliza el partido anterior. Así que los rojiblancos arrancaron su encuentro en Girona a eso de las once de la noche del pasado miércoles, después de ganar al líder en el Ángel Carro. No se empieza de cero un encuentro, lo hace con las sensaciones que te dejó el último, con la percepción, emoción y huella de la anterior semana. Con el ánimo por las nubes si te fue bien, también con el desaliento cuando la cosa termina mal.

Así que visto lo visto, afrontar el siguiente partido era la mejor noticia y además sin dejar pasar siete días, para que el efecto subidón permanezca latente. Puede suceder que las secuelas lleven al lado contrario, que sea tan alto el frenesí vivido que vacíe el alma del futbolista y que no tenga tiempo suficiente para llenar de nuevo su mínimo espíritu competitivo necesario para encarar un encuentro. Es tanto el ardor, el empuje, la pasión y finalmente redondeado todo con un triunfo que a menudo no solo necesitamos un descanso físico sino también mental para poder recuperar la voluntad y volver a competir con el mismo nivel de intensidad y determinación. Con ese fantástico pasado comenzó el partido.

La primera parte, ni una cosa ni la otra, ni fue el equipo que desarboló al Almería ni careció de hambre competitiva pero lo mejor que le pudo pasar fue llegar al descanso con empate. El Girona fue poco a poco ganándole metros al Lugo y este no encontró la manera de hacer un mínimo balance ofensivo que metiera miedo a los locales. El inicio de la segunda parte daba la sensación de tener el mismo guion, un Girona más protagonista y además, ratificado con un gol de primer nivel. Cuando tienes algo perdido, la cosa no puede ir a peor en lo que se refiere al resultado. En ese momento surgió un Lugo atrevido y se rompió el partido. Nada nuevo en este equipo, que nunca pierde la cara y en cuanto puede, mira hacia arriba con determinación y valentía. Se reactivó de manera inmediata y como un boxeador desaforado recibió y propinó golpes en un final de partido sin respiro.

Empiezo a pensar que algún futbolista tiene parentesco con nuestras raíces, no se puede correr tanto ni creer en lo que hacen de esa manera. Pita, Seoane, seguro que habrán hecho lo suyo, pero me podría imaginar que Xavi Torres tiene algún antepasado de Bacurín, o que Señé tiene algún antecesor de Riotorto, o que Ros tiene algún ascendente de Albeiros. Un punto más y el alma llena.