«El arbitraje me ayudó a ser persona»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

LUGO

CARLOS CASTRO

Quique Rozas asegura que haber jugado antes es una baza valiosa cuando se pasa a ser árbitro

02 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Que un deportista cambie la cancha por el banquillo con más o menos rapidez tras retirarse no resulta extraño. En cambio, que esa persona deje la competición para aplicar el reglamento a quienes aún practican su deporte ya no es tan habitual; un buen ejemplo de esa situación es el lucense Quique Rozas, que pasó de competir en canchas de baloncesto a señalar infracciones haciendo sonar el silbato. Su etapa como jugador transcurrió siendo estudiante -era alumno del Instituto Masculino-. Entonces, en Lugo había jóvenes como Tito Díaz, Suso Fernández o Manel Sánchez, futuros nombres ilustres del baloncesto gallego.

-¿Qué lleva a alguien que juega al baloncesto a dar el salto al arbitraje?

-Creo que fue porque me interesaba. Era una experiencia nueva, y ahí me quedé. Me permitió relacionarme con jugadores y con clubes de la provincia. Para mí, la mejor temporada fue la 1981-82, porque me eligieron mejor árbitro y me hicieron el reconocimiento en una gala en la discoteca Yguazú.

-¿Se echa de menos la etapa de jugador después de dejarla, cuando, como ocurrió con usted, uno se dedica al arbitraje?

-No. Estaba mentalizado en hacerlo bien dentro del arbitraje. Sí es importante haber jugado antes para saber bien lo que es el mundo del baloncesto, que es muy complejo. Yo tengo dos sobrinos que se dedican al arbitraje: uno lo dejó porque le era incompatible; el otro sigue. Veo la preparación que tienen.. Cuando yo arbitraba, no la había.

-¿Qué hace falta para ser respetado y no perder los nervios?

-Te hace falta temple. La tensión en la cancha era tremenda, y hay que tener mano izquierda para saber controlar la situación. Mi carácter me ayudó mucho: soy tranquilo; tengo mi carácter, pero lo domino y me controlo. Un árbitro tiene que ser tranquilo y no dejarse contagiar por la tensión de los jugadores o por la tensión del público.

-¿Qué hace un árbitro al retirarse?

-Normalmente, sigue formando parte de los colegios. Yo dejé de arbitrar en la temporada 1985-86, y al mes de dejarlo me llamó Luis Castro para decirme que me quería en la directiva del Breogán. Eso me sirvió para seguir en contacto con árbitros que venían a Lugo. Luego vino el famoso escándalo contra el Oximesa [un partido con graves incidentes del público que acabó con derrota local por un punto y que supuso la clausura de la cancha local]; la directiva dimitió, y dejé de estar en el Breogán, pero seguí viendo baloncesto y arbitrajes,

-¿En qué ha cambiado el arbitraje?

-Ha cambiado mucho en formación y en profesionalidad. Los de antes éramos de formación autodidacta, aunque procurábamos estar al día. Cambió el arbitraje como también cambió el baloncesto. Pongo el ejemplo de algo tan simple como los uniformes: antes cada uno procuraba llevar una camiseta gris; hoy ves a los de categoría alevín, y están todos perfectamente uniformados.

-¿Volvería a ser árbitro?

-Sí. Ahora tengo más tiempo libre [dejó la corporación municipal tras varios mandatos como concejal del PP]. No lo descarto, disfruto viendo jugar a los chicos. Además el arbitraje me ayudó a formarme como persona. Impartir justicia y mantener el temple forjaron mi carácter. Creo que conseguí dominar mi carácter y que en parte fue gracias al arbitraje. Ese gusanillo aún lo tengo, y ofrecimientos para volver ya he tenido.

«El público de Lugo es entendido, pero la afición es de las mejores que he conocido»

Rozas fue jugador, árbitro y directivo, por lo que conoce cómo es la afición de esta ciudad y cómo son las de otras.

-¿Cómo es el público de Lugo?

-El público de Lugo es muy entendido, ha visto baloncesto muchos años, y no se le puede engañar: detecta fácilmente cualquier situación. Yo recuerdo dos situaciones tensas: una, en O Barco de Valdeorras, y otra, en Ourense. En Lugo no tuve ninguna, y estuve en partidos de gran rivalidad. El público es entendido, pero la afición es de las mejores que he conocido.

-Un árbitro tiene que aguantar a padres, aficionados... ¿Cómo se lleva esa parte?

-Hay padres que ven en sus hijos un Leo Messi o un Pau Gasol. El árbitro tiene que mantener el equilibrio, pero es fundamental lo que los niños ven en casa. En los campos de fútbol o en las canchas de baloncesto hay actitudes que poco favor hacen a quienes practican esos deportes. Es complicado, sí.

-En Lugo, ciudad relativamente pequeña, uno arbitra a gente que conoce y que encuentra por la calle. ¿Es eso un problema?

-Depende del carácter de cada uno. Uno de mis mejores amigos, que era entrenador, rara vez acababa en el campo; pero era una persona encantadora y amable, muy buena gente. Convivir en partidos de rivalidad era complicado; pero se solventaba, porque la mayoría era buena gente.

-¿Tiene buena salud el baloncesto en Lugo?

-Sí. Siempre la ha tenido. El hándicap es que no haya jugadores del Lugo en el primer equipo del Breogán. Me alegro enormemente de la llegada de Mateo Sánchez [hijo de Manel Sánchez], como me alegré de la de otros. El nivel del baloncesto es mejor que en otras épocas, y me alegro de que gente de Lugo forme parte del Breogán.