Todavía a tiempo

Ricardo Hevia EN ZONA

LUGO

Carlos Castro

25 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se fue Zaragoza, pero se quedó un tsunami provocado por una derrota que nadie se imaginaba a falta de diez minutos. La victoria era necesaria, importantísima, pero al transformarse en derrota parece anunciar el fin del mundo. ¿Todos los males tienen su origen en ese partido desgraciado? Quien haya estado allí abajo ha perdido un partido como ese o más. Y los ha ganado. Pero antes del batacazo ya había cosas que no cuadraban: ¿Qué pasó el día del Joventut y en Murcia? ¿De verdad que este grupo de jugadores no puede hacerlo mejor? Hablar de lesiones suena a broma, porque no se cumplió ni un solo plazo. Norel había sufrido un golpe y estaría listo en tres meses, ahora se habla de otros tres. Y Uriz, toda la pretemporada de baja, juega 20 minutos y ahora otro mes en barbecho. Y Salva Arco y Sule, ¿no se puede mejorar el trabajo de recuperación?

Manresa, donde jugamos este mediodía, subió a duras penas frente a Coruña. Conserva medio equipo o más del año pasado y está claro que juega para otra cosa que descender. También incorporó a un entrenador que viene como una moto, lo demostró en Andorra. ¿Qué pasó aquí? No todos los males comenzaron el sábado en el Pazo, ni mucho menos. El sábado fue un bofetón muy duro, en un choque crucial a estas alturas, pero si miras la tabla, estamos con un montón de colegas temblando de frío, pero a tiempo de ganar en Manresa. Allí lo hicimos el último partido de la liga 1990-1991. Un Manresa con Pedro Martínez, Lance Berwald, Singleton. El premio al vencedor, salvar el playoff de descenso. El otro, a la angustia del playoff. Recuerdo la cena en Barcelona respirando por fin tranquilos. Ojalá hoy suceda lo mismo. Queda mucha liga aún, pero la victoria abriría un nuevo horizonte y el porvenir se vería menos oscuro.