Ordenanza cívica

Antón Grande

LUGO

14 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces, se confunde el tocino con la velocidad, lo que puede ir en el bien general, con la represión, quizás por falta de correaje o de experiencia. El gobierno municipal ha decidido retirar su propuesta de ordenanza cívica y no es para menos porque era mezclar churras con merinas. Los que ya tenemos cierta edad hemos desarrollado nuestra vida infantil y juvenil en la calle, sin problemas, y aquí estamos, jugábamos a la pelota, a las apandas y a policías y ladrones sin problemas, y ahora se pretendía multar a los que hiciesen tal atrevimiento, al igual que a los pedigüeños callejeros. Pero, a una persona que pide para comer, ¿qué coño se le puede multar si no tiene ni para su propio abastecimiento?

Otra buena. Tener sexo en el coche. Estas nuevas hornadas de políticos no conocen aquella canción de ¡Qué difícil es hacer el amor en un Simca 1000! cuando echar un polvo era más difícil que subir a la luna y era lo que había, si tenías un Simca, que ya era tener bemoles. Sancionaba también dormir en un banco, se supone que de un parque porque en los que trafican con nuestra pasta, ahí es imposible, pero en los otros, ni te cuento. Y ya no digamos en lo de llevar sillas a una zona verde, multa porque los mayores no puedan estar cómodos de tertulia con los suyos aunque no abunden los bancos en las zonas verdes. Ya no digo nada con la prohibición de pegar carteles o repartir octavillas. Esta gente no ha vivido las épocas duras del franquismo, en donde hacer una siembra de panfletos convocando a una manifestación, informando o repartiendo el Mundo Obrero suponía, no solo una multa, sino unos años de cárcel. Y ahora, querían volver a lo mismo pero en democracia.

 Navegan sin rumbo, les falla la memoria histórica. La solución, multar. Pues vaya.