Por aquí ha pasado un lobo

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

LUGO

Carlos Castro

Los avisos por ataques al ganado generan un trabajo de toma de datos que permite aclarar el origen y dan al propietario la oportunidad de cobrar una ayuda

28 jun 2018 . Actualizado a las 22:34 h.

Acudir al lugar de los hechos, hablar con personas que pueden aportar alguna información sobre lo ocurrido, inspeccionar y tomar datos. Parece la actuación de un grupo de agentes de algún cuerpo policial, pero en realidad son los pasos que dan los miembros del servicio de Medio Ambiente de la Xunta destinados en el distrito de Vilalba tras recibir una alerta por un ataque de cabras en la parroquia de San Simón da Costa, en el mismo municipio donde tienen su base.

José Antonio Pérez Alvite, Isabel Vidal y Mercedes Gómez acuden a media mañana al prado en el que ocurrió el suceso. Sobre la hierba hay tres cabras muertas, dos hembras y un macho. Otras cuatro tuvieron más suerte que sus compañeras de rebaño. Lograron escapar indemnes. No sufrieron daños.

Cerca de la finca, a unas decenas de metros, aguarda el dueño de los animales. A última hora de la tarde del día anterior Misael Cuba Cendán descubrió los cuerpos de sus animales, los mismos a los que ahora los agentes de Medio Ambiente analizan para saber quién les dio muerte. Lo primero que hacen es anotar sus números de chapa. Luego revisan las heridas. Las cabras, por su pelo, hacen más difícil la comprobación, explica José Antonio Pérez Alvite.

Después de tomarles fotos, comprueban si hay hematomas. Son la señal de que aún estaban vivas cuando fueron atacadas. Tienen heridas en el cuello, un ataque propio de un depredador. El círculo se cierra todavía más cuando descubren que una de las cabras tiene desgarros en el vientre: «Este é un caso claro, non hai dúbida», sostiene el agente. Otras veces las pistas son más confusas, pero esta vez parece que todo apunta al lobo.

Cuando aparecen excrementos, raspaduras en el terreno o pisadas, establecer el origen del ataque no es tan complicado. En este caso, la hierba oculta esas pruebas. Pero cuando ya suponían que no había nada más que analizar, en una pista contigua hallan la prueba definitiva. Son unos restos de excrementos que no admiten dudas. Son de un lobo y parece que entró en la finca saltando la cerca.

Antes de marcharse, los técnicos preguntan los datos de los animales al ganadero, que al mismo tiempo cubre una ficha. Ahora ha de guardar el código que le dieron tras avisar al 112 para tramitar su solicitud de ayuda por los daños ante la Xunta. No es la primera vez que lo hace. Antes que las cabras, había perdido una becerra.